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Eso resultaba tanto más notable cuanto que la casa en que vivía era muy espaciosa y porque no era un secreto que sus éxitos profesionales le habían permitido ahorrar una suma importante de dinero. Las casamenteras de la región se entretuvieron al principio en combinar su apellido con una u otra de las jóvenes casaderas; pero conforme fueron pasando los años sin que el doctor Lana rompiese su soltería, empezaron todos a pensar, que por una u otra razón, ya no se casaría. Hubo quienes llegaron incluso a afirmar que estaba ya casado y que el haberse recluido en Bishop’s Crossing obedecido a su propósito de huir de las consecuencias de un casamiento prematuro y equivocado. Y de pronto, cuando ya las casamenteras se habían dado por vencidas, se hizo público el anunció de que se casaba con Miss Frances Morton, de Leigh Hall.
Miss Morton era una joven muy conocida en la región, porque su padre, James Haldane Morton, había sido el terrateniente dueño de las tierras de Bishop’s Crossing. Pero los padres de la joven habían fallecido y esta vivía con su único hermano Arthur Morton, que era quien había heredado las tierras. Miss Morton era una mujer de estatura elevada y porte majestuoso, célebre por su genio rápido e impetuoso y por la energía de su carácter. Conoció al doctor Lana en un garden-party* y surgió entre ellos una amistad que maduró rápidamente hasta convertirse en amor. No era posible imaginar un afecto reciproco mayor. Había alguna discrepancia en sus edades, porque él había cumplido los treinta y siete, y ella tenía solo veinticuatro, pero, salvo este detalle, ningún reparo se podía poner a aquella boda. Se anunció el compromiso en el mes de febrero y la boda tendría lugar en el mes de agosto.
* Garen-party: fiesta al aire libre
El doctor Lana recibió el día 3 de junio una carta que procedía del extranjero. En una aldea pequeña, el cartero está en situación de ser el amo de las habladurías, Mister Bankley, encargado de Correos Bishop’s Crossing, estaba en posesión de muchos de los secretos de sus convecinos. Lo que en esta carta de que hablamos le llamó la atención fueron lo raro del sobre, el hecho de que la letra era de hombre, el punto de procedencia (Buenos Aires) y el sello de la República Argentina. No recordaba que el doctor Lana hubiese recibido ninguna otra carta del extranjero y por esa razón se fijó en ella de una manera especial antes de entregarla al repartidor.