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Iba solo y tomó un billete de tercera. Al taquillero le llamaron la atención sus maneras, nerviosas y llenas de excitación. De tal forma le temblequeaban las manos, que anduvo con dificultad para recoger el cambio, y el empleado mismo tuvo que ponérselo en la mano. Consultando el horario, se vio que aquel era el primer tren que podía tomar West, después de abandonar a su novia a eso de las siete y media.
Después de media hora de silencio, dijo de pronto Holmes:
-Reconstruyamos los hechos, Watson. No creo que en todas las pesquisas que llevamos realizadas conjuntamente hayamos tropezado jamás con otro caso más difícil de abordar. Paso que damos hacia delante no nos sirve para otra cosa que para descubrirnos una nueva loma que escalar. Sin embargo, hemos realizado algunos progresos apreciables… En términos generales, nuestras investigaciones en Woolwich han sido contrarias a Cadogan West: pero los indicios de la ventana quizás se presten a una hipótesis favorable. Supongamos, por ejemplo, que se le hubiese acercado para hacerle proposiciones algún agente extranjero. Quizás lo hizo poniendo por delante determinadas condiciones que le impedían dar parte de lo ocurrido, pero que, sin embargo, lograron influir en el curso de sus pensamientos de la manera que hemos visto por las palabras a su prometida. Perfectamente. Supongamos ahora que, cuando se dirigía al teatro con su novia, distinguió a ese mismo agente que marchaba en dirección a las oficinas. Era hombre impetuoso, rápido en tomar sus resoluciones. Lo sacrificaba todo al deber. Siguió al hombre, llegó a la ventana, presenció la sustracción de los documentos y salió en persecución del ladrón. De esa manera salvamos la dificultad de que nadie que estuviera en condiciones de sacar copias de los planos, robaría los originales. Trantándose de una persona ajena a las oficinas, no tenía más remedio que sustraer los originales. Hasta ahí la hipótesis está dentro de la lógica.
-Y después de eso, ¿qué?
-Ahí es donde empiezan las dificultades. Cualquiera se imaginaría que el acto primero del joven Cadogan West sería echar mano al canalla y dar la alarma. ¿Por qué no lo hizo? ¿No cabría la posibilidad de que quien se apoderó de los papeles fuese un funcionario de categoría superior a la suya? Eso explicaría la conducta de West. ¿No podría ser también que ese funcionario superior le hubiese dado esquinazo en medio de la niebla y que West saliese inmediatamente para Londres, a fin de llegar antes que él a sus habitaciones, dando por supuesto que sabía dónde estaba su residencia? La llamada debió de ser muy apremiante, para dejar como dejó a su novia abandonada en medio de la niebla y para no haber hecho ninguna tentativa con objeto de ponerse en comunicación con ella.