El problema final (Arthur Conan Doyle) Libros Clásicos

Página 7 de 19

Ha supuesto para mí un placer el verle luchar a brazo partido en este asunto y puedo decir, sin exagerar, que me causaría una gran pena el verme forzado a tomar medidas extremas. Sonríe usted, caballero, pero le aseguro que es así.
-El peligro forma parte de mi trabajo -observé.
-No se trata de peligro -dijo-. Es la destrucción inevitable. Está usted obstaculizando el paso no de una sola persona, sino de toda una poderosa organización, cuyo alcance, con toda su inteligencia, sería usted incapaz de conseguir. Quítese de en medio, señor Holmes, si no quiere ser aplastado.
-Lo siento -dije yo, levantándome-, pero el placer de la conversación me ha hecho olvidar que un asunto de importancia me está esperando en otro lugar.
Se levantó y me miró en silencio moviendo tristemente la cabeza.
-Bueno, bueno -dijo finalmente-. Es una pena, pero yo he hecho lo que he podido. Conozco los movimientos de su juego. No puede hacer nada antes del lunes. Ha sido un duelo entre usted y yo, señor Holmes. Usted esperaba verme sentado en el banquillo de los acusados y yo le digo que nunca me verá. Esperaba vencerme y yo le digo que nunca lo hará. Si cuenta con la suficiente inteligencia como para acarrearme la destrucción, esté seguro de que yo no me quedaré atrás.

-Me ha hecho usted varios cumplidos, señor Moriarty -dije yo-. Déjeme devolvérselos a mi vez diciéndole que, si me asegurara lo primero, estaría encantado de aceptar, en interés público, lo segundo.
-Puedo prometerle lo uno pero no lo otro -dijo gruñeno, y luego, volviendo hacia mí su curvada espalda, salió de la habitación, husmeándolo todo sin dejar de parpadear.
»Esta fue mi singular entrevista con el profesor Moriarty. Confieso que me dejó bastante perturbado. Su grave y precisa manera de hablar de una idea de sinceridad, que un simple fanfarrón no podría producir. Por supuesto, usted se dirá: ¿Por qué no tomar precauciones policiales contra él? La razón es que yo estoy totalmente convencido de que el golpe lo darán sus agentes. Tengo todas las pruebas de que será así.
-¿Le han atacado ya alguna vez?
-Mi querido Watson, el profesor Moriarty no es un hombre que deje crecer la hierba bajo sus pies. Salí a eso del mediodía por unos asuntos que tenía que arreglar en Oxford Street.

Página 7 de 19
 

Paginas:


Compartir:




Diccionario: