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-Tengo de reserva en el bolsillo una vela y una caja de cerillas. A propósito, Kennedy, ¿tiene usted cerillas?
-No; sería bueno que usted me diese algunas.
-¡Bah!, no es necesario, porque no hay posibilidad alguna de que nos separemos el uno del otro.
-¿Vamos a penetrar muy adentro? Creo que llevamos ya avanzado por lo menos un cuarto de milla.
-Yo creo que más. La verdad es que el espacio que ocupan las tumbas no tiene límites o, por lo menos, yo no encontré todavía el final. Este sitio en que ahora entramos es muy complicado, de modo que voy a emplear nuestro rollo de cuerda fina.
Ató una extremidad de la cuerda a una piedra saliente y metió el rollo en el bolsillo de la chaqueta, dando cuerda a medida que avanzaba. Kennedy comprendió que la precaución no estaba de más, porque los pasillos eran cada vez más complicados y tortuosos, formando una perfecta red de galerías que se cortaban entre sí. Desembocaron, por fin, en un amplio salón circular en el que se veía un pedestal cuadrado de toba, recubierto en la parte superior con una losa de mármol. Burger hizo balancear su linterna sobre la superficie de mármol y Kennedy exclamó como en un éxtasis:
-¡Por Júpiter! Este es un altar cristiano; probablemente el más antiguo de cuantos existen. He aquí, grabada en un ángulo, la crucecita de la consagración. Este salón circular sirvió sin duda de iglesia.
22 pie: Unidad anglosajona de longitud que equivale a 30,48 cm.
23 Piedra caliza muy porosa y ligera.
-¡Exactamente! -dijo Burger-. Si yo dispusiese de más tiempo, me gustaría enseñarle todos los cuerpos enterrados en los nichos de estas paredes, porque son los de los primeros papas y obispos de la Iglesia y fueron enterrados con sus mitras, báculos y demás insignias canónicas. ¡Acérquese a mirar ese que hay allí!
Kennedy cruzó el salón y se quedó contemplando la fantasmal cabeza, que quedaba muy holgada dentro de la mitra hecha jirones y comida de la polilla.
-Esto es interesantísimo -exclamó y pareció como que su voz resonaba con fuerza en la concavidad de la bóveda-. Hasta donde a mí se me alcanza es algo único. Acérquese con la linterna, Burger, porque quiero examinar todos estos nichos.
Pero el alemán se había alejado hasta el lado contrario de aquel salón y estaba en pie en el centro de un círculo de luz.