Las Mujercitas se casan (Louisa May Alcott) Libros Clásicos

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-¿Si sigue cómo, querida? -preguntó su madre muy inquieta.
-Está fuera todo el día, naturalmente, y por la noche, cuando quiero estar con él, se va continuamente a casa de los Scott. No es justo que yo tenga que hacer todo el trabajo más difícil y que no me divierta nunca. Los hombres son todos unos egoístas, aun los mejores.
-También lo son las mujeres; no le eches la culpa a Juan hasta no saber en qué fallaste tú.
-Pero no puede estar bien que él me desatienda.
-¿Acaso no lo desatiendes tú a él?
-Pero, mamá, yo creía que te pondrías de mi lado...
-Y así es en cuanto a lamentar todo esto... pero creo que la culpa es tuya, Meg.
-No veo en qué he podido fallar yo.
-Permíteme que te lo señale, querida: ¿Acaso Juan te desatendió -como, tú dices- cuando te hacías la obligación de ofrecerle tu compañía por las noches, que son sus únicas horas libres?
-No, es verdad; pero ¿como puedo seguir haciéndolo con dos bebés que cuidar?
-Me parece que sí podrías... y es más, creo que debes hacerlo. ¿Quieres que te hable con entera libertad? Quiero que recuerdes que se trata de la mamá que te censura tanto como la que te compadece.
-Ya lo creo, mamá. Háblame, te lo ruego, como si se tratara de Meg cuando chica. A menudo pienso que cuando más necesito que me enseñen es ahora que estos pergeños dependen de mí para todo. -No has cometido mayor error, querida Meg, que el de tantas jóvenes esposas: olvidar tus deberes para con tu marido en el amor de tus hijos. Un error muy natural y perdonable, pero que es mejor corregir y remediar antes de que tú y John tomen cada uno por distinto camino, porque los hijos deben unirlos más estrechamente que nunca en lugar de separarlos como si fuesen únicamente tuyos y que Juan no tuviese otra cosa que hacer que mantenerlos. Lo vengo viendo desde hace varias semanas, pero no quise decir nada porque estaba segura de que todo se arreglaría con el tiempo.
-Me parece que no, mamá. Si ahora le pido a John que no salga creerá que estoy celosa, y no quiero hacerle semejante insulto. Él no se da cuenta de que lo necesito y no sé cómo hacérselo saber sin palabras.

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