Página 27 de 391
la destrucción de la autoridad real no ha comenzado con la toma de la Bastilla, sino en Versalles. Pues el que estas noticias del fracaso conyugal del rey y las maliciosas mentiras sobre la insatisfacción sexual de la reina, brotando del palacio de Versalles, llegaran tan veloz y extensamente a conocimiento de la nación entera no era fruto de la casualidad, sino que había en ello secretas razones de orden familiar y político. Viven, en efecto. en este palacio cuatro o cinco personas, los más próximos parientes del rey, los cuales tienen interés personal en que no cese la decepción conyugal de María Antonieta. Ante todo, los dos hermanos del rey, para los cuales es extraordina riamente grato que este ridículo defecto anatómico y el temor de Luis XVI al cirujano no sólo perturben la normal vida conyugal del regio matrimonio, sino también el orden normal de la sucesión a la corona, pues ven en ello una probabilidad inespe rada de llegar ellos mismos a sentarse en el trono. El hermano segundo de Luis XVI, el conde de Provenza, es decir, el que fue más tarde Luis XVIII -y alcanzó su meta sabe Dios por qué tortuosos caminos-, no pudo nunca resignarse a permanecer durante toda su vida como segundón detrás del trono, en lugar de llevar el cetro en su propia mano; la carencia de heredero directo le convertía a él en regente, si no en sucesor del rey, y su impaciencia es apenas dominable; pero como también él es un marido dudoso y no tiene hijos, el tercer hermano, el conde de Artois, saca también ventajas de la incapacidad genital de sus hermanos mayores, pues de este modo sus hijos son legítimos herederos del trono. Así ambos hermanos saborean como un caso afortunado lo que constituye la desgracia de María Antonieta, y cuanto más tiempo dura la espantosa situación, tanto más seguros se sienten en su prematura expectativa. De ahí su odio, ilimitado a indominado, cuando, en el séptimo año de matrimonio, María Antonieta realiza por fin el milagro de la repentina transformación viril de su esposo, con lo cual las relaciones matrimoniales entre el rey y la reina llegan a ser totalmente normales. El conde de Provenza no perdona jamás a María Antonieta este golpe terrible que mata de improviso todas sus esperanzas a intenta obtener torcidamente lo que no le resulta por vía directa: desde que Luis XVI llega a ser padre, sus hermanos y parientes se convierten en sus adversarios más peligrosos. La revolución tiene buenos auxiliares en la corte; manos de príncipe le han abierto las puertas de palacio y le han entregado las mejores armas; este episodio de alcoba ha descompuesto y arruinado la autoridad real desde dentro de la corte de modo más fuerte que todos los sucesos exteriores.