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conquista y población en las cosas de los servicios de su Majestad,
estando en quietud y reposo, con celo de conseguir su buen propósito y
hacer otros muchos señalados servicios a la corona real.»
Entonces fue cuando se asoció con dos hombres que gozaban de grande
influencia en la colonia, Diego de Almagro y Fernando de Luque. El primero
de origen todavía más oscuro que el de su colega, era un huérfano nacido
en Almagro, de donde tomó el nombre, que no había conocido jamás el de su
familia. Como Pizarro, era un soldado de fortuna, educado en los
campamentos, y avezado desde su infancia a las privaciones y a la miseria.
No cedía a su compañero en virtudes militares, pero le era muy inferior en
las cualidades del espíritu: como él tenía un valor intrépido, una
actividad infatigable y una constancia a toda prueba; mas Pizarro unía a
estas cualidades esa destreza y tino en hallar expedientes, tan necesarios
para formar un hábil político. Almagro sabía batirse, soportar la
adversidad; pero no tenía el [34] conocimiento del mundo, ni ese talento
de disimular sus designios, que hacía que Pizarro supiese, cuando así
convenía a sus intereses, descubrir los pensamientos de los demás
ocultando los suyos.
Fernando de Luque, el tercer asociado, era un eclesiástico, a la vez
cura párroco y maestro de escuela de la colonia; poseía grandes riquezas y
deseaba concurrir con su forma al descubrimiento de nuevos países y al
aumento de las posesiones de su soberano. Tales eran los tres personajes
que concibieron el proyecto de conquistar las ricas comarcas cuya
existencia había sido revelada por Balboa. Sometieron su plan a Pedrarias,
gobernador de Panamá, el cual lo aprobó, y obligáronse solemnemente a
obrar de concierto para el buen éxito de la empresa. Pizarro, el menos
rico de los tres, que no podía suministrar tantos recursos como los otros,
tomó sobre sí la parte mayor de la fatiga y del peligro, encargándose de
mandar en persona la hueste destinada al primer viaje y a las primeras
tentativas de descubrimiento. Almagro debía conducir los refuerzos de
hombres y provisiones que Pizarro necesitara, y Luque permanecer en Panamá
para entenderse con el gobernador y ocuparse en los intereses comunes.