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extraño?
- Pero... pero... el doctor Reilly sabía quién era yo. Fue él quien me sugirió que
viniera.
- ¿Hasta qué punto sabe él quién es usted? Lo que sabe se lo contó usted misma. Ya
ha habido antes de ahora impostoras que se han hecho pasar por enfermeras.
- Puede escribir al hospital de San Cristóbal... – empecé a decir.
- De momento, hará mejor calláándose. Es imposible proseguir si continúa
discutiendo. No he querido decir que ahora es cuando he sospechado de usted. Quiero
significar que, manteniendo un criterio amplio, puede ser usted fácilmente otra
persona que la que pretende. Hay muchos hombres que pueden personificar muy bien
a una mujer. EL joven William pudo ser uno de ellos.
Estuve a punto de replicar adecuadamente. ¡De manera que yo era un hombre
disfrazado de mujer! Pero Poirot levantó la voz y prosiguió apresuradamente, con tal
aire de determinación, que lo pensé mejor y me callé.
- Voy a ser ahora brutalmente franco. Es necesario. Voy a exponer crudamente la
estructura interna de lo que aquí ocurría.
"Analicé a cada uno de los que viven en esta casa. Respecto al doctor Leidner,
pronto me convencí de que el amor que sentía por su esposa era el principal objeto de
su vida. Era un hombre roto y destrozado por el dolor moral. A la enfermera Leatheran
ya me referí antes. Si era un hombre que se hacía pasar por mujer, podía considerarse
como un actor de cualidades asombrosas. Me incliné a creer que era exactamente lo
que pretendía ser; es decir, una enfermera muy buena y competente en todos los
aspectos.
- ¡Muchas gracias! - dije, algo despectiva.
- Mi intención se sintió atraída al instante por el señor y la señora Mercado. Ambos
patentizaban un estado de gran agitación, de inquietud. Me fijé primero en ella. ¿Era
capaz de asesinar? Y en este caso, ¿por qué razón?
"La señora Mercado es físicamente débil. A primera vista no parecía posible que
hubiera tenido la suficiente fuerza para derribar, aunque fuera con la ayuda de una
pesada piedra, a una mujer como la señora Leidner.