El caso de Charles Dexter Ward (Howard Phillips Lovecraft) Libros Clásicos

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El grupo emprendió la marcha sin dilación, encaminándose hacia la carretera de Pawtuxet. Poco más allá de la iglesia de Elder Snow, algunos de los hombres se volvieron a mirar la ciudad dormida bajo las estrellas primaverales. Torres y chapiteles elevaban sus formas oscuras mientras que del norte llegaba una suave brisa con regusto a sal. La estrella Vega se elevaba al otro lado del agua, sobre la alta colina coronada de una arboleda interrumpida sólo por los tejados del edificio de la universidad, aún en construcción. Al pie de la colina y en torno a las callejuelas que descendían ladera abajo, dormía la ciudad, la vieja Providence, por cuyo bien y seguridad estaban a punto de aplastar blasfemia tan colosal.
Una hora y cuarto después los expedicionarios llegaban, tal como estaba previsto, a la granja de los Fenner, donde oyeron el informe final acerca de las actividades de Curwen. Había llegado a la granja media hora antes e inmediatamente después había surgido una extraña luz a través del techo del edificio de piedra, aunque las troneras que hacían las veces de ventanas seguían tan oscuras como solían estarlo últimamente. Mientras los recién llegados escuchaban esta noticia se vio otro resplandor elevarse en dirección al sur, con lo cual los expedicionarios supieron sin la menor duda que habían llegado a un escenario donde iban a presenciar maravillas asombrosas y sobrenaturales. El capitán Whipple ordenó que sus fuerzas se dividieran en tres grupos: uno de veinte hombres al mando de Eleazar Smith, que hasta que su presencia fuera necesaria en la granja habría de apostarse en el embarcadero e impedir la intervención de posibles refuerzos enviados por Curwen; un segundo grupo de otros tantos hombres dirigidos por el capitán Eseh Hopkins que se encargaría de penetrar por el valle del río situado a espaldas de la granja y de derribar con hachas, o pólvora en caso necesario, la puerta de roble descubierta por Weeden; y un tercer grupo que atacaría de frente la granja y el edificio contiguo. De este último grupo, una tercera parte, al mando del capitán Mathewson, iría directamente al edificio de piedra, otra tercera parte seguiría al capitán Whipple hasta el edificio principal de la granja, y el resto formaría un círculo alrededor de los dos edificios para acudir al oír una señal de emergencia adonde su presencia se hiciera más necesaria.
El grupo que había de penetrar por el valle derribaría la puerta al oír una única señal de silbato y capturaría todo aquello que surgiera de las regiones inferiores.

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