Robin Hood (Anónimo) Libros Clásicos

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inglesas.
-Señor, se acercan barcos normandos -comunicó un vigía al monarca sajón.
Los sajones no estaban preparados para competir contra un peligro que procedía del mar.
-¡Disponed todas las fuerzas posibles en tierra! -ordenó el rey inglés-. Debemos evitar el
desembarco.
Una pequeña guarnición intentó impedir que los normandos tomaran tierra. Pero no lo consiguió.
Así, Guillermo de Normandía desembarcó en las costas inglesas, y con sus valerosos guerreros
avanzó hacia el interior.
Los sajones, en clara inferioridad numérica, se habían visto obligados a improvisar la decisiva
batalla en Hastings. Poco duró el combate. El soberano inglés cayó mortalmente herido y el
ejército sajón se rindió incondicionalmente.
Las tropas del duque Guillermo siguieron avanzando hasta Londres, donde se libró una última
batalla con la que desapareció la débil resistencia sajona. La expedición normanda había sido un
rotundo éxito.
En recuerdo de su victoria, el ya nuevo rey de Inglaterra, Guillermo I el Conquistador, tras ser
coronado, mandó construir la célebre torre de Londres. Esta torre serviría de cárcel para
numerosos y destacados personajes a lo largo de muchos años de la historia inglesa.
Guillermo I, tras su victoria, dedicó sus esfuerzos a pacificar el país, y tomó algunas medidas
para proteger a los sajones.
-Os aconsejo prudencia -recomendaba el rey a sus nobles-. Debemos ser respetuosos con los
vencidos. Sólo así conseguiremos la prosperidad en todas nuestras tierras. Sólo así lograremos
una pacífica convivencia.
Desgraciadamente, no todos los seguidores del rey Guillermo pensaban como él.
Aprovechando una larga estancia del rey Guillermo en sus posesiones de Francia, los nobles
normandos, Ilevados por su soberbia y ambición, no cesaron de causar humillaciones a los
derrotados. Las cargas tributarias se hicieron cada vez más angustiosas, insoportables para los
pobres súbditos.
Los sajones se sublevaron en masa contra los opresores. Campesinos, artesanos y nobles
unieron sus esfuerzos contra el enemigo común: los normandos.
-¡Ya está bien! -decía indignado un caballero sajón-. No podemos seguir tolerando las injusticias
de los normandos. Quieren hacer de nosotros sus esclavos.
-¡Debemos combatirlos y ser capaces de librarnos de ellos para siempre!

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