Robin Hood (Anónimo) Libros Clásicos

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caballero se acercaba al galope.
A los pocos minutos, un misterioso caballero apareció ante ellos. Robin sujetó las bridas del
caballo.
-¿Quién eres que te interpones en mi camino? -preguntó.
-¿Acaso no sabéis que en Sherwood no se puede entrar sin mi autorización? ¿Por qué habéis
elegido este camino?
-¿Me encuentro frente a Robin Hood y los suyos? Me habían advertido sobre este peligro, pero
deseaba conocerlos y conocer las razones que les han llevado a enfrentarse a los normandos.
-Pero vos lleváis escudo y armas normandas -dijo Robin, muy impresionado por la misteriosa
figura y por la seguridad de su tono.
-Lo soy, joven. Pero no debes considerarme un enemigo por el momento. Deseo conocer los
motivos que os han Ilevado a enfrentaros al príncipe Juan. Si me parecen razonables, podéis
contar conmigo. Si no es así, os combatiré.
Durante algunas horas, Robin contó su historia al desconocido. Éste escuchó con gran atención
y después pidió a Robin que le dejara descansar un rato para meditar su decisión.
-Os ayudaré -anunció el caballero poco después-. Vuestras razones me han convencido. Estoy
a vuestras órdenes.
Todos aplaudieron calurosamente y Robin expuso el plan que había ideado para liberar a
Mariana.
-Algunos entraremos en el castillo por el pasadizo secreto. Desde el sótano subiremos hasta la
habitación en la que se encuentra Mariana, y Much será el encargado de ponerla a salvo. A
continuación, haremos bajar el puente levadizo para que entréis en el castillo todos los demás.
Debemos conseguir prender fuego al castillo y dispersar a todos los soldados. Sólo así viviremos
tranquilos y en paz durante algún tiempo.
Esa misma noche iniciaron la arriesgada operación. Robin, Much y algunos hombres más
entraron por el pasadizo hasta Ilegar a los sótanos del castillo. Pero el carcelero se puso a gritar y
dio la voz de alarma. Lograron amordazarle y subieron al piso superior. Allí encontraron a cuatro
guardias, alertados por las voces. Se inició un breve combate, suficiente para que los ruidos
llegaran a oídos de Guy de Gisborne.

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