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-Ojalá supiéramos -dijo uno- qué tipo de casa le gusta más.
-Peter -gritó otro-, se está moviendo en sueños.
-Se le abre la boca -exclamó un tercero, mirando dentro respetuosamente-. ¡Oh, qué bonito!
-A lo mejor se pone a cantar en sueños -dijo Peter-. Wendy, cántanos el tipo de casa que te gustaría tener. Inmediatamente, sin abrir los ojos, Wendy se puso a cantar:
Me gustaría tener una bella casita,
la más pequeña que hayáis admirado,
con lindas paredes de rojo color
y de musgoso verdor el tejado.
Gorjearon de alegría ante esto, pues por increíble fortuna las ramas que habían traído estaban untadas de savia roja y todo el suelo estaba cubierto de musgo. Mientras montaban la casita a martillazos, ellos mismos se pusieron a cantar:
Hemos levantado las paredes y el tejado
y hemos hecho una puerta encantadora,
así que dinos, madre Wendy,
¿hay algo más que quieras ahora?
A esto ella contestó con cierta avidez:
Además de todo eso yo creo
que alegres ventanas quisiera,
con rosas asomando hacia dentro
y bebés asomando hacia fuera.
Con unos buenos puñetazos hicieron las ventanas y unas grandes hojas amarillas hicieron de postigos. Pero, ¿y las rosas?
-Rosas -gritó Peter imperiosamente.
Rápidamente fingieron que las rosas más hermosas crecían trepando por las paredes.
¿Bebés?
Para evitar que Peter pidiera bebés se apresuraron a volver a cantar:
Hemos hecho las rosas que asoman,
en la puerta están los bebés,
no podemos volver a nacer,
pues nacimos hace años, ya ves.
Peter, dándose cuenta de que esto era una buena idea, fingió al momento que era suya.