La lucha por la vida I (Pío Baroja) Libros Clásicos

Página 7 de 261

rasgos más externamente costumbristas y perecederos de la historia, es lo
que proporciona a La lucha por la vida, como a todas las grandes novelas,
su carácter inmarcesible.


Primera parte



I


Prámbulo - Conceptos un tanto inmorales de una pupilera
Charlas - Se oye cerrar un balcón - Canta un grillo


Acababan de dar las doce, de una manera pausada, acompasada y
respetable, en el reloj del pasillo. Era costumbre de aquel viejo reloj, alto
y de caja estrecha, adelantar y retrasar a su gusto y antojo la uniforme
y monótona serie de las horas que va rodeando nuestra vida, hasta
envolverla y dejarla, como a un niño en la cuna, en el oscuro seno del
tiempo.

Poco después de esta indicación amigable del viejo reloj, hecha con la
voz grave y reposada, propia de un anciano, sonaron las once, de modo
agudo y grotesco, con impertinencia juvenil, en un relojillo petulante de
la vecindad, y minutos más tarde, para mayor confusión y desbarajuste
cronométrico, el reloj de una iglesia próxima dio larga y sonora
campanada, que vibró durante algunos segundos en el aire silencioso.

¿Cuál de los tres relojes estaba en lo fijo? ¿Cuál de aquellas tres
máquinas para medir el tiempo tenía más exactitud en sus indicaciones?
El autor no puede decirlo, y lo siente. Lo siente, porque el tiempo es,
según algunos graves filósofos, el cañamazo en donde bordamos las
tonterías de nuestra vida; y es verdaderamente poco científico el no poder
precisar con seguridad en qué momento empieza el cañamazo de este

Página 7 de 261
 

Paginas:
Grupo de Paginas:               

Compartir:




Diccionario: