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-¿Que no? ¿Quieres verlo?
-Sí.
El comisionista se levantó y pegó un puntapié a Manuel en una canilla,
que le hizo ver las estrellas. Dio el muchacho un grito de dolor, y, furioso,
agarrando un plato, se lo tiró a la cabeza del comisionista; éste se
agachó; cruzó el proyectil el comedor, rompió un cristal de la ventana y
cayó al patio, rompiéndose allí con estrépito. El comisionista cogió una
de las cafeteras llenas de café con leche y se la tiró a Manuel, con tanto
acierto, que le dio en la cara; bramó el chico; cegado por la ira y el café
con leche, se lanzó sobre su enemigo, lo arrinconó, y se vengó de sus
insultos y de sus golpes con una serie inacabable de puñetazos y
patadas.
La lucha por la vida I. La busca
-¡Que me mata! ¡Que me mata! -chillaba el comisionista con unos
gritos de mujer.
-¡Ladrón! ¡Morral! vociferaba Manuel empleando el repertorio de
insultos más escogido de la calle.
El Superhombre y el cura sujetaron por los brazos a Manuel, dejándole
a merced del comisionista; éste trató de vengarse viendo al chico
acorralado; pero cuando se disponía a pegarle, Manuel le dio una patada
en el estómago que le hizo vomitar toda la comida.
Todos se pusieron en contra de Manuel; pero Roberto le defendió. El
comisionista se marchó a su cuarto, llamó a la patrona y le dijo que no
permanecería un momento en la casa mientras estuviera allí el hijo de la