La lucha por la vida II (Pío Baroja) Libros Clásicos

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Penetrado de esta verdad, para él muy importante, se dedicó a buscar a su amigo. En el cuartel ya le habían perdido de vista hacía tiempo; doña Casiana, la de la casa de huéspedes, a quien Manuel encontró en la calle, no sabía las señas de Roberto, y le indicó que quizá el Superhombre las supiera.
-¿Sigue viviendo en su casa de usted?
-No; estaba ya harta de que no me pagara. No sé dónde vive; pero le encontrará en El Mundo, un periódico de la calle de Valverde, que tiene un letrero en el balcón.
Buscó Manuel el periódico de la calle de Valverde y lo encontró en seguida; subió al piso principal de la casa y se detuvo ante una puerta cerrada con un cristal en donde había grabados dos mundos: el antiguo y el moderno. No había timbre ni llamador de campanilla, y Manuel se puso a repiquetear con los dedos en el cristal, encima precisamente del nuevo mundo, y en esta ocupación le sorprendió el mismísimo Superhombre, que llegaba de la calle.
-¿Qué haces aquí? -le dijo el periodista, mirándole de arriba abajo-. ¿Quién eres tú?
-Yo soy Manuel, el hijo de la Petra, la de la casa de huéspedes, ¿no se acuerda usted?
-¡Ah, sí!... ¿Y qué quieres?
-Quisiera que me dijese usted si sabe en dónde vive don Roberto, que creo que ahora es periodista.
-¿Y quién es don Roberto?
-El rubio..., el estudiante amigo de don Telmo.
-¿El niño litri aquél...? ¡Yo qué sé!
-¿Ni dónde trabaja tampoco?
-Creo que da lecciones en la Academia de Fischer.
-No sé en qué sitio está esa academia.

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