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allí donde un gran llanto me golpea. 27
Llegué a un lugar de todas luces mudo,
que mugía cual mar en la tormenta,
si los vientos contrarios le combaten. 30
La borrasca infernal, que nunca cesa,
en su rapiña lleva a los espíritus;
volviendo y golpeando les acosa. 33
Cuando llegan delante de la ruina,
allí los gritos, el llanto, el lamento;
allí blasfeman del poder divino. 36
Comprendí que a tal clase de martirio
los lujuriosos eran condenados,
que la razón someten al deseo. 39
Y cual los estorninos forman de alas
en invierno bandada larga y prieta,
así aquel viento a los malos espiritus: 42
arriba, abajo, acá y allí les lleva;
y ninguna esperanza les conforta,
no de descanso, mas de menor pena. 45
Y cual las grullas cantando sus lays
largas hileras hacen en el aire,
así las vi venir lanzando ayes, 48
a las sombras llevadas por el viento.
Y yo dije: «Maestro, quién son esas
gentes que el aire negro así castiga?» 51
«La primera de la que las noticias
quieres saber --me dijo aquel entonces-
fue emperatriz sobre muchos idiomas. 54
Se inclinó tanto al vicio de lujuria,
que la lascivia licitó en sus leyes,
para ocultar el asco al que era dada: 57
Semíramis es ella, de quien dicen 58
que sucediera a Nino y fue su esposa:
mandó en la tierra que el sultán gobierna. 60
Se mató aquella otra, enamorada, 61
traicionando el recuerdo de Siqueo;
la que sigue es Cleopatra lujuriosa. 63
A Elena ve, por la que tanta víctima 64
el tiempo se llevó, y ve al gran Aquiles 65
que por Amor al cabo combatiera; 66
ve a Paris, a Tristán.» Y a más de mil 67
sombras me señaló, y me nombró, a dedo,
que Amor de nuestra vida les privara. 69
Y después de escuchar a mi maestro
nombrar a antiguas damas y caudillos,
les tuve pena, y casi me desmayo.