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" 111
Luego cuando morí, vino Francisco, 112
mas uno de los negros querubines
le dijo: "No lo lleves: no me enfades. 114
Ha de venirse con mis condenados,
puesto que dio un consejo fraudulento,
y le agarro del pelo desde entonces; 117
que a quien no se arrepiente no se absuelve,
ni se puede querer y arrepentirse,
pues la contradicción no lo consiente." 120
¡Oh miserable, cómo me aterraba
al agarrarme diciéndome: "¿Acaso
no pensabas que lógico yo fuese?" 123
A Minos me condujo, y ocho veces
al duro lomo se ciñó la cola,
y después de morderse enfurecido, 126
dijo: "Este es reo de rabiosa llama",
por lo cual donde ves estoy perdido
y, así vestido, andando me lamento.» 129
Cuando hubo terminado su relato,
se retiró la llama dolorida,
torciendo y debatiendo el cuerno agudo. 132
A otro lado pasamos, yo y mi guía,
por cima del escollo al otro arco
que cubre el foso, donde se castiga 135
a los que, discordiando, adquieren pena.
CANTO XXVIII
Aun si en prosa lo hiciese, ¿quién podría
de tanta sangre y plagas como vi
hablar, aunque contase mochas veces? 3
En verdad toda lengua fuera escasa
porque nuestro lenguaje y nuestra mente
no tienen juicio para abarcar tanto. 6
Aunque reuniesen a todo aquel gentío 7
que allí sobre la tierra infortunada
de Apulia, foe de su sangre doliente 9
por los troyanos y la larga guerra
que tan grande despojo hizo de anillos,
cual Livio escribe, y nunca se equivoca; 12
y quien sufrió los daños de los golpes
por oponerse a Roberto Guiscardo;
y la otra cuyos huesos aún se encuentran 15
en Caperano, donde fue traidor 16
todo el pullés; y la de Tegliacozzo,
que venció desarmado el viejo Alardo, 18
y cuál cortado y cuál roto su miembro
mostrase, vanamente imitaría
de la novena bolsa el modo inmundo. 21
Una cuba, que duela o fondo pierde,