El crimen de Lord Arthur Saville (Oscar Wilde) Libros Clásicos

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Lord Arthur se sentía un poco confuso por los términos técnicos que aparecían en los dos libros, y comenzó a lamentar el no haber puesto mayor atención en el estudio de sus clásicos en Oxford, cuando en el segundo tomo de Erskine se encontró con una muy interesante y completa descripción sobre las propiedades de la aconitina, escrita en un inglés bastante claro. Le pareció que era exactamente la clase de veneno que necesitaba. Era rápido, sin lugar a dudas, casi inmediato en sus efectos; no producía dolor, y cuando se ingería en forma de una cápsula de gelatina, lo más recomendado por sir Mathew, no tenía nada de sabor desagradable. Desde luego anotó en el puño de su camisa la cantidad que era necesaria para una dosis fatal, y volviendo a dejar los libros en su sitio, abandonó el club dirigiéndose hacia arriba de la calle St. James, al establecimiento de Pestle y Humbey, los famosos químicos. Míster Pestle, que siempre atendía personalmente a la aristocracia, se mostró bastante sorprendido ante su cliente, y con una actitud muy cortés y deferente, murmuró algo acerca de la necesidad de presentar una receta médica. No obstante, cuando lord Arthur le explicó que lo que solicitaba era para ser usado en un gran mastín noruego del que tenía que deshacerse porque presentaba ciertas manifestaciones de rabia y que ya había mordido dos veces a su cochero en la pantorrilla, se mostró completamente satisfecho, y felicitó a lord Arthur por sus maravillosos conocimientos en materia de toxicología.



Lord Arthur guardó la cápsula en una bonita bonbonnière de plata que había visto en el escaparate de una tienda en Bond Street, desechando así la fea caja para píldoras del establecimiento Pestle y Humbey, y se dirigió en seguida a la casa de lady Clementina.
-Bien, Monsieur le mauvais sujet 4 -exclamó la anciana señora cuando le vio entrar al salón-. ¿Por qué no me has venido a ver en tanto tiempo?
-Mi querida lady Clem, ya no me queda tiempo para nada -contestó lord Arthur sonriendo. -¿Tendré que creer, que tú andas todo el día con miss Sybil Merton comprando chiffons 5 y hablando tonterías? No acabo de entender por qué la gente le da tanta importancia a eso de casarse.

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