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Al coronel le parecía muy bien Hughie, pero no quería oír hablar de noviazgo.
-Muchacho -solía decirle-, ven a verme cuando tengas diez mil libras tuyas, y veremos. Y Hughie tomaba un aspecto taciturno en esos días, y tenía que ir a Laura en busca de consuelo.
Una mañana, cuando se dirigía a Holland Park, donde vivían los Merton, entró a ver a un gran amigo suyo, Alan Trevor. Trevor era pintor. En verdad, poca gente escapa de eso hoy día; pero este era artista, además, y los artistas son bastante escasos. Como persona era un individuo extraño y rudo, con una cara llena de pecas y una barba roja descuidada. Sin embargo, cuando cogía el pincel era un verdadero maestro, y sus cuadros eran muy solicitados. Hughie le había interesado mucho; en un principio, hay que reconocer, a causa enteramente de su encanto personal.
-Un pintor -solía decir- debiera conocer únicamente a las personas que son tontas 2 y hermosas, a las personas que son un placer artístico cuando se las mira y un reposo intelectual cuando se habla con ellas. Los hombres elegantes y las mujeres amadas gobiernan al mundo, al menos debieran gobernarlo.
2. En francés en el original: béte.
No obstante, cuando hubo conocido mejor a Hughie, le gustó otro tanto por su radiante optimismo y su generosa naturaleza atolondrada, y le dio entrada3 libre en su estudio.
Cuando llegó Hughie aquel día encontró a Trevor dando los últimos toques a un magnífico retrato de un mendigo en tamaño natural. El mendigo mismo estaba posando en pie, subido a un estrado, en un ángulo del estudio. Era un viejo seco, con una cara semejante a un pergamino arrugado y una expresión sumamente lastimera. De los hombros le colgaba una tosca capa parda, toda desgarrada y harapienta; sus gruesas botas estaban remendadas y con parches, y con una mano se apoyaba en un áspero bastón, mientras que con la otra sostenía su maltrecho sombrero, pidiendo limosna.
-¡Qué modelo tan asombroso! -susurró Hughie al estrechar la mano a su amigo.
-¿Un modelo asombroso? -gritó Trevor a plena voz-, ¡eso creo yo! No se encuentran todos los días mendigos como él.