Cartas desde mi molino (Alfonso Daudet) Libros Clásicos

Página 81 de 111

aburrido o insolente. ..
¡Pues bien, sí! Convengo en ello, soy un mal ca-
zador. La espera, para mí, es la tarde al caer, la luz
que disminuye y se refugia en el agua, los estanques
que relucen, abrillantando hasta el tono de plata fina
el tinte gris del cielo obscurecido. Pláceme este olor
del agua, este roce misterioso de los insectos en los
cañaverales, este suave murmullo de las largas hojas
que se estremecen. De vez en cuando se oye una
nota triste, y retumba en el cielo como el zumbido
de una caracola marina. Es el alcaraván que hunde
hasta el fondo del agua su inmenso pico de ave pes-
cadora, y sopla... ¡ruuú! Bandadas de grullas pasan
volando sobre mi cabeza. Oigo el roce de las plu-
mas, el ahuecamiento del plumón con el viento
fuerte, y hasta el crujido, de la pequeña osamenta,
rendida de cansancio. Después nada. La noche, las
profundas tinieblas, tras un poco de claridad del día,
retrasada encima de las aguas.
De pronto, noto un estremecimiento, una espe-
cie de molestia nerviosa, como si hubiese alguien
detrás de mí. Me vuelvo y veo la compañera de las

C A R T A S D E M I M O L I N O

139

noches hermosas, la luna; una ancha luna, redonda
enteramente, que sale con suavidad, con un movi-
miento de ascensión muy perceptible al principio, y
que se retarda a medida que aquélla se aleja del ho-
rizonte.
Ya se advierten bien junto a mí los primeros ra-
yos, y luego otros un poco más lejos... Ahora está
iluminada toda la marisma. La menor mata de hier-
ba proyecta sombra. Concluyóse la espera, las aves
nos ven; hay que regresar a casa. Andamos en me-
dio de una inundación de luz azul, ligera, polvo-
rienta, y cada uno de nuestros pasos en los
estanques y en las acequias, remueve en ellos mon-
tones de estrellas caídas y fulgores de rayos de luna
que atraviesan el agua hasta el fondo...

IV
ROJO Y BLANCO

Cerquita de nosotros, a un tiro de fusil de la ca-

Página 81 de 111
 


Grupo de Paginas:         

Compartir:



Diccionario: