Los amores (Ovidio) Libros Clásicos

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Acaso ahora mismo descansas en los brazos de tu amiga. ¡Ah, cuánto aventaja a la mía tu suerte! Por tal dicha, consentiría que descargases sobre mí tus recias cadenas. La noche vuela ligera; corre el cerrojo de la puerta. ¿Me engaño, o sus hojas resuenan al girar los goznes, y su ronco son me da la señal apetecida? Si me engañé, el ímpetu del viento la ha movido; ¡ay de mí, qué lejos se lleva mis esperanzas! ¡Bóreas, si te acuerdas aún del rapto de Critia, ven aquí y quebranta con tus fuerzas las puertas sordas a mi dolor! El silencio reina en toda la ciudad, y bañadas en las perlas del rocío, las horas de la noche vuelan; corre el cerrojo de la puerta. Si no, con el hierro o el, fuego de la antorcha que empuño colérico estoy dispuesto a incendiar casa tan orgullosa. La noche, el amor y el vino nunca dan consejos de moderación: aquélla desconoce el pudor, el vino y el amor desafían al miedo. Ya agoté todos mis recursos; no te mueven ruegos ni amenazas; eres más sordo que la puerta confiada a tu custodia; no te convenía vigilar la mansión de una linda joven, sino prestar tus servicios en una cárcel. El lucero de la mañana resplandece en el cielo, y el canto del gallo incita al operario a sus faenas. Y tú, guirnalda arrancada a mis tristes cabellos, quédate sobre esos umbrales, insensibles-toda la noche, y cuando al amanecer te sorprendan los ojos de mi dueño, le serás testigo del tiempo que aquí malgasté inútilmente. Pásalo bien, portero; ojalá sientas la pena de tu pretensión rechazada; pásalo bien, holgazán, que no te avergüenzas de mortificar a un amante; y vosotras, puertas crueles, umbrales despiadados, compañeros en la dureza del siervo que os guarda, pasadlo bien.
VII
Si me tienes por amigo, ahora que se me ha pasado el furor, carga mis manos de hierro, pues merecen las cadenas. La cólera me incitó a levantar los temerarios brazos contra mí amada que lloraba sintiéndose herida por Mi loca mano. Tal estaba yo entonces, que la hubiese emprendido con mis caros padres, sin respetar mis golpes crueles a los santos dioses.

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