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Cada jugador toma un papelito, el cual numera según el orden que ocupa en la concurrencia, empezando por la derecha del director. Debajo del número escribe uno o dos versos, ya sea de los que le ocurran a él mismo, o de los que sepa de otros, cierra el billete, y se lo entrega al director. Ejecutado esto por todos, coge el director los billetes, los arregla correlativamente según sus números, y los lee en alta voz. Resulta de esta mezcolanza una serie de versos, ya graves, ya ridÃculos, que no pueden menos de excitar la risa de la tertulia.