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Tabitha contrajo los labios enseñando los dientes y tensó los puños.
-No hay ningún malentendido que aclarar, Marco.
-No me iré dijo Marco.
-Si no consigues ese dinero tendrás que buscarte otra nave -le recordó
Tabitha intentando controlar su ira.
-No puedo dejarte sola -dijo Marco . Estás pensando en huir, ¿verdad? Te largarás de aquí a toda velocidad en cuanto esas puertas del ascensor se hayan cerrado a mi espalda.
-No pienso ir a ninguna parte -gritó ella-, por lo menos no hasta que
tenga...
Un grito procedente de la parte trasera del hangar hizo vibrar la atmósfera.
Tabitha y Marco corrieron hacia la escotilla.
Los Gemelos estaban en posiciones idénticas uno a cada lado del ascensor
intentando mantener cerradas las puertas. Las puertas estaban separadas por unos centímetros.
Y varios perks intentaban salir por ese reducido espacio.
-¡Cheeeeee! -gritaban-. ¡Chee-chee-chee-cheeeeeee!
Un perk logró salir del ascensor y no tardó en ser seguido por otro. Un tercero sacó la cabeza por el hueco.
El primer perk saltó sobre Mogul.
Tal se lanzó sobre el segundo con las garras extendidas al máximo y el pico funcionando a toda velocidad.
Mogul intentó sujetar la puerta con un pie mientras luchaba con el perk. Consiguió atizarle una patada en el cuello. El perk cayó al suelo y empezó a retorcerse.
El perk de Tal estaba aullando.
Un golpe ahogado. Saskia había arrojado algo que acababa de chocar contra la cabeza del tercer perk. El alienígena se derrumbó como un fardo. Saskia cerró las puertas del ascensor y Mogul pulsó el botón de retorno.
Saskia se inclinó un momento para recuperar el proyectil y los Gemelos volvieron corriendo a la nave. Tal dejó caer a su fláccida víctima y pasó por encima de sus cabezas, cruzando el umbral de la escotilla para desaparecer dentro de la nave.
-Tengo la impresión de que nadie va a moverse de buen rato-dijo Marco.
Saskia y Mogul ya estaban a bordo. La respiración de los Gemelos apenas se había acelerado.
-Te advertí de que ese plan genial tuyo nos traería problemas -dijo Tabitha.
Saskia lanzó su proyectil -el melón, o lo que quedaba de él-, hacia las manos de Tabitha mientras Mogul se encargaba de cerrar la escotilla.
-Ya no me apetece -dijo.