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Los Gemelos Zodíaco habían seguido adelante y ya estaban muy cerca de la nube. Marco caminaba junto a Tabitha. Sus pies se movían sobre la hierba sin hacer ningún ruido.
Tabitha fue girando la cabeza muy despacio.
Vio lo que esperaba ver. El bosque era tan frondoso que los troncos parecían formar una muralla, y no había forma de ver entre ellos para averiguar hasta dónde llegaba.
Lo que vio la dejó razonablemente satisfecha. No estaban en un microclima y no había entrado en ningún transportador de materia instantáneo. La morada de Hannah Soo no era más que una alfombra ambiental genérica, aunque no cabía duda de que estaba contemplando un modelo condenadamente caro. Tabitha no tenía ni idea de si la reproducción era fiel a la realidad, pero estaba claro que no le faltaba ningún detalle. La reproducción olía a tierra húmeda y a savia, con la débil miasma antiséptica de los ultrasónicos acechando sigilosamente bajo la mezcla de olores naturales.
-Tabitha...
Marco la estaba llamando. Tabitha se volvió lentamente hacia la pradera.
-Conseguiremos tu dinero -dijo-. Es lo primero que vamos a hacer, te lo
aseguro.
Marco pareció darse cuenta de que Tabitha lo estaba contemplando todo con asombro mal disimulado.
-¿Te gusta? Es el último modelo -dijo . Las neveras salen mucho más
baratas, pero te aseguro que no encontrarás nada más elegante que esto.
-El horizonte queda un poco demasiado cerca-dijo Tabitha.
-Oh, vamos... dijo él.
Tabitha examinó el horizonte con más atención y se dio cuenta de que
realmente estaba demasiado cerca, pero no tenía ganas de discutir con Marco.
-¿Es..., es ella?
-Sí, es Hannah. Hannah Soo... El cadáver más hermoso y mejor
conservado de toda esta instalación.
Marco movió una mano en un gesto que abarcaba la totalidad de aquel paisaje desprovisto de vida. La brisa jugueteaba con los mechones de su lustrosa cabellera negra.
Tabitha abrió la boca para preguntarle qué era aquella cosa negra que
flotaba sobre los restos de Hannah, pero algo se lo impidió.
La observó con más atención y se dio cuenta de que sabía qué era.
Era un objeto rechoncho y metálico de un negro reluciente. Tenía la cabeza muy grande y el cuerpo de un niño, pero carecía de miembros. Estaba metido en una bolsa de plástico que lo cubría hasta la barbilla.