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por causas que alegue justas.
Y yo, cuando absuelta quede
del lazo de esta coyunda,
robarla pueda y llevarla
a mis cárceles profundas.
Para este efecto, los dos
disfrazados con industria
nos hemos de introducir
en sus familias: la una,
que es la del Cuerpo, te toca,
pues es jurisdicción tuya
cuanto es mortal; la del alma
le pertenece a mi astucia,
porque tengo acción a ella
desde aquella primer culpa.
Y para que veas si tengo
para ello acciones muchas,
los ojos vuelve a mirar
(Ábrese una gruta como de una peña y estará EL CUERPO
como echado y dormido.)
el corazón de esa gruta,
cuya boca se espereza
para que su centro escupa
el cuerpo, que en ella ahora
como en el seno se oculta
materno, que poco o nada
la significación muda
la explicación del concepto
porque sean peñas duras
las entrañas que le aborten,
puesto que en su primer cuna
el centro fue de la tierra,
que ha de ser su sepultura,
donde el nacer y el morir
son dos acciones tan una,
que no son más que pasar
desde una tumba a otra tumba.
Mira que animal tan torpe
en sus principios se juzga,
pues tiene ojos y no ve,
tiene labios y no gusta,
tiene manos y no toca,
tiene orejas y no escucha,
tiene pies y no se mueve,
tiene lengua y no pronuncia,
tiene boca y no respira,
y corazón y no pulsa;
que al fin un cuerpo sin alma
sólo es fábrica caduca,
que antes que llegue a estar viva
ha aprendido a estar difunta.
Y por que mejor mis celos,
mi rabia y mi pena arguyas,
al cielo los ojos vuelve,
verás que de sus purpúreas
esferas desciende el Alma,
(En lo alto se descubre un trono de gloria, donde estará