Página 27 de 56
Si la vista no engaña,
albergue pobre y rústica cabaña
es ésta. En ella quiero 1510
informarme.
Llama y responden dentro Locía y Paulín.
Locía. ¿Quién es?
Ludovico. Un pasajero,
perdido, triste y ciego,
¡oh, labrador!, impide tu sosiego.
Locía. ¡Ah, Juan Paulín! Despierta,
que parece que llaman a la puerta. 1515
Paulín. Yo estoy bien en la cama.
Mira quién llama tú, pues por ti llama.
¿Quién es?
Ludovico. Un caminante.
Paulín. ¿Es caminante?
Ludovico. Sí.
Paulín. Pues, adelante,
que aquesta no es posada. 1520
Ludovico. Ya del villano la malicia enfada.
Derribaré la puerta.
Cayó en el suelo.
Locía. ¡Ah, Juan Paulín, despierta!
Mira que han derribado
la puerta.
Paulín. Ya de un ojo he despertado, 1525
mas del otro no puedo.
Sal tú conmigo allá, que tengo miedo.
Salen desnudos.
¿Quién es?
Ludovico. Callad, villanos,
si morir no queréis hoy a mis manos.
Perdido en este monte 1530
a tu casa he llegado. Así, disponte
a enseñarme el camino
de aquí al puerto, por donde yo imagino
que hoy escaparme pueda.
Paulín. Pues, venga y vaya, y tome esta vereda, 1535
y luego a esotra mano
suba, si hay monte, y baje donde hay llano;
y en llegando, esté cierto,
cuando en el puerto esté, que allí es el puerto.
Ludovico. Mejor es que tú vengas 1540
conmigo. Y no prevengas
disculpa, o, ¡vive el cielo!,
que con tu sangre has de esmaltar el suelo.
Locía. ¿No es mejor, caballero,
pasar aquí la noche hasta el lucero? 1545
Paulín. ¡Qué piadosa os mostráis para nonada!
¿Ya estáis del caminante inficionada?
Ludovico. Lo que te agrada escoge:
o morir o guiarme.
Paulín. No se enoje,
que escojo, sin demandas y respuestas, 1550
ir, y aun llevaros, si queréis, a cuestas,
no tanto por temer la muerte mía,
como por no le dar gusto a Locía.
Ludovico.