El purgatorio del San Patricio (Pedro Calderón de la Barca) Libros Clásicos

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de inculta fiera pisado.
Filipo. Los naturales que aquí
largas edades vivimos,
a ver no nos atrevimos 1975
los secretos que hay ahí,
porque se defiende a sí
tanto la entrada importuna
que no hay persona ninguna
que pase por su horizonte 1980
los peñascos de ese monte,
las ondas de la laguna.
Rey. Sólo con agüeros graves
oímos, por más espanto,
el triste, el funesto canto 1985
de las más noturnas aves.
Filipo. De penetralle no acabes.
Patricio. No os cause el temor desvelos,
que tesoro de los cielos
se guarda aquí.
Rey. ¿Qué es temor? 1990
¿Pueden a mí darme horror
volcanes y mongibelos?
Cuando con asombro sumo
llamas los centros suspiren,
rayos las esferas tiren, 1995
diluvios de fuego y humo,
de mi valor no presumo
que me dé temor.


Sale Polonia.


Polonia. Detente,
pueblo bárbaro, imprudente
y osado. Con paso errante 2000
no pases más adelante,
que está tu desdicha enfrente.
Huyendo de mí misma, he penetrado
deste rústico monte la espesura,
cuyo ceño, de robles coronado, 2005
amenazó del sol la lumbre pura,
porque en su oscuro centro, sepultado
mi delito, viviese más segura,
hallando puerto en seno tan profundo
a los airados piélagos del mundo. 2010
Llegué a esta parte, sin haber tenido
norte que me guïase, porque es tanta
su soberbia que nunca ha consentido
muda impresión de conducida planta
su semblante intrincado y retorcido, 2015
que visto admira, que admirado espanta,
causando asombros con inútil guerra:
misterio incluye, maravilla encierra.
¿No ves ese peñasco que parece
que se está sustentando con trabajo, 2020
y con el ansia misma que padece
ha tantos siglos que se viene abajo?
Pues mordaza es que sella y enmudece
el aliento a una boca, que debajo
abierta está, por donde con pereza 2025
el monte melancólico bosteza.
Esta, pues, de cipreses rodeada,

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