Página 21 de 49
allí porque luz me falta,
aquí porque luz me sobra.
LICANORO: ¿Que yo estoy más mudo ahora
que estuve entonces allí
probar no me toca?
IRENE: Sí.
LICANORO: Pues oye atenta, señora.
Mudo es aquél--¿quién lo ignora?--
que por falta de instrumento
no explica su sentimiento;
luego yo a estarlo me obligo;
pues cuando hablo más, no digo
lo menos de lo que siento.
Y aunque entonces embargada
la voz, pude en algún modo
por señas decirlo todo,
ya ahora no digo nada;
luego si al mirarla atada
de otorgarme te desdeñas
aun lisonjas tan pequeñas,
más mudo vengo ahora a estar,
pues no me puedo explicar
ni con voces ni con señas.
IRENE: Que estáis ciego y estáis mudo
los dos habéis pretendido
probar, valiéndoos a un tiempo
de cortesanos estilos;
y así, que vos estáis mudo
no he de creer, habiendo oído
atrevimientos tan mal
pensados como bien dichos.
Que estáis ciego vos creeré
más fácilmente, si miro
cuán ciego debe de estar
quien no ve que habla conmigo,
y para que no os parezca
por una parte mi juicio
tan fácil que le persuaden
sofísticos silogismos,
ni por otra tan grosero
que no os crea, determino
repartir entre los dos
las dudas y los designios.
LICANORO: Si yo pensara enojaros,
mármol fuera helado y frío.
CEUSIS: Lince fuera yo, aunque viera
vuestros enojos esquivos.
LICANORO: Porque atento a no ofenderos...
CEUSIS: Porque atento a conseguiros,
mi afecto os rindo postrado.
LICANORO: ...yo os le doy, mas no os le rindo.--
A CEUSIS
Mucho el ver que me compitas
con esa arrogancia estimo.
CEUSIS: Pues ¿quién te ha dicho que yo,
Licanoro, te compito?
LICANORO: Lo bien que a ti te estuviera
cualquiera igualdad conmigo.
CEUSIS: Pues ¿cuándo yo...?
IRENE: Bien está;
y ya que ostentar los bríos