Las tres justicias en una (Pedro Calderón de la Barca) Libros Clásicos

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palos quien las venga son;
y si él con un padre aquí
piadoso en el [s]uelo está,
mejor yo, según colijo,
puedo estarlo con un hijo
tirano. El palo me da,
para vengarme con él.
Mas ¡ay de mí! que es en vano,
pues al tomarle en la mano
el pie me falta. ¡Oh crüel
Fortuna! ¡Oh desdicha fuerte!
¿Cómo me podré vengar
si aquél, que me ha de ayudar
a sustentarme, me advierte
que, armado en la tierra dura,
sólo ha de irme aprovechando
de aldaba con que ir llamando
a mi misma sepultura?
VICENTE: Repórtate; echa de ver
que en ti reparando va
toda la gente.
LOPE PADRE: Pues ya
qué tengo yo que perder?
En mí adviertan todos, sí;
sepan que hombre infame soy,
pues a quien el ser le doy
me quita el honor a mí.
Hombres, miradme; yo he sido
aquel mísero infelice
que me ha deshecho quien hice
y, de mi sangre ofendido,
vengarme en mi sangre trato.
No sólo al cielo, que fue
juez supremo, pediré
justicia de un hijo ingrato,
pero a vosotros también,
y al rey pedírsela intento,
dando suspiros al viento.
VICENTE: Considera que no es bien
por las puertas de palacio
entrar de aquesa manera.
LOPE PADRE: A las del cielo quisiera
vencer el inmenso espacio.

¡Rey don Pedro de Aragón,
cristiano monarca, a quien
llama el sabio justiciero
y el ignorante, crüel!

Salen el REY, don MENDO y criados


REY: ¿Quién me llama?
LOPE PADRE: Un desdichado
que, arrojado a vuestros pies,
justicia, señor, os pide.
REY: Ya os conozco, Lope; pues,
usando de mi piedad,
a vuestro hijo perdoné,
estando ya condenado.
¿Qué queréis?
LOPE PADRE: Que no lo esté,
para que veáis, señor,
cuánto soy vasallo fiel;
que voz que os pidió piedad,

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