El cordero de Isaias (Pedro Calderón de la Barca) Libros Clásicos

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DEMONIO Y PITONISA Ni si puede desdicha haber que a la mía (¡ay de mí infelice!) llegue.
PITONISA ¿Lucero?
DEMONIO ¿Pitonisa? 1995
LOS DOS ¿Tú aquí? Pues ¿cómo?
DEMONIO Ya tu voz me avisa, y tus trémulos pasos, de asombro llenos y de brío [escasos, me dicen el que igual en desventura, como tu canto fue, fue tu [hermosura. 2000
PITONISA Me dicen que has tocado el último renglón de desdichado; mas ¿cómo te ausentaste de esa Jerusalén, donde quedaste, a ver si lobo fiero 2005 tus rigores probaba aquel cordero cuya imagen asusta a mi desgracia, porque en él de la ley se ve de gracia la venturosa seña?
DEMONIO Que ha logrado el haber esparcido y derramado 2010 su feliz claridad (¡muero de pena!), tanto que de su luz está ya llena Jerusalén; y viendo que podía, a fuer del mejor sol del [mejor día, enviar sus claridades, 2015 de Etiopia a estas lúgubres ciudades, adelantando aquí, ya que cobarde fui allá, vine a estorbar...
PITONISA Ya llegas tarde; pues en Etiopia su esplendor se siente, y si no, vuelve, y mira aquella [fuente 2020 donde Filipo en agua peregrina la primer ara elige cristalina,
Mirando adentro.
dando a Behomud la seña de que se [halla con esa nueva ley.
DEMONIO ¡Qué miro! Calla; que ese asombro, ese agravio 2025 ahoga el pecho.
PITONISA ¡A mí me anuda el labio!
DEMONIO Y no solo el volcán, en que me quemo temo; pero otra ira.
PITONISA También temo yo mayor mal.
LOS DOS ¿Pues qué mayor sería?
DEMONIO Si en mi dolor…
PITONISA Si en la desdicha mía… 2030
LOS DOS Hubiese quien juntando los [procesos de nuestras culpas diga.

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