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a otro infelice.
Dentro don ALONSO
ALONSO: ¡Ay de mí!
ALMIRANTE: Llegad y socorreréis
ese hombre, y así tendréis
mi gracia.
PEDRO: Si desde aquí
basto, yo socorreré
sus desdichas. Mas, señor,
soy pesado nadador.
LEONOR: Ya la arena puerto fue
de su tormenta.
Salen LUIS Pérez y don ALONSO, mojados
ALONSO: ¡Divinos
cielos, mil gracias os doy!
LUIS: ¡Vive Cristo, que ya estoy
libre de esos cristalinos
ímpetus!
ALMIRANTE: Llegad, llegad;
que daros favor deseo.
PEDRO: Ahora sí...(Mas ¿qué veo?) Aparte
Vase retirando PEDRO
ALMIRANTE: ¿A tanta necesidad
os retiráis?
PEDRO: Yo nací
piadoso y, viendo a los dos,
me desmayo. (¡Vive Dios, Aparte
que se ha venido tras mí
Luis Pérez, por castigar
aquella alcahuetería
de su hermana y ama mía!
Cierto es, me viene a matar.
De aquí me importa a la guerra
ir; pues en desdicha tal,
de Castilla y Portugal
en un día me destierra.)
Yéndose
ALMIRANTE: ¿Adónde vais?
PEDRO: Hame dado
de repente un accidente
y así me voy de repente;
y lo jurado jurado.
Vase
ALMIRANTE: Él es loco.-- ¡Ha, caballero!
Dad al aliento valor
en mis brazos.
ALONSO: Hoy, señor,
la vida de vos espero.
ALMIRANTE: ¿Quién sois? Porque me han movido
vuestras desdichas aquí;
bien podéis fiaros de mí.
ALONSO: Por no hablar inadvertido,
sepa quién sois, y sabréis
por qué en este estado estoy.
ALMIRANTE: Sí haré. El almirante soy
de Portugal. Bien podéis
declararos ya; que labra
tanto la piedad en mí
que de ampararos aquí
os doy la mano y palabra.
ALONSO: Yo la acepto; y ahora digo
que soy de la ilustre casa
de los Tordoyas, linaje
en toda aquesta comarca
estimado. Don Alonso
es mi nombre. Esta mañana,
celoso de un caballero,