Luis Pérez el gallego (Pedro Calderón de la Barca) Libros Clásicos

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que vuestro recato advierte,
abreviemos de esta suerte.
¿Es vuestro aquese criado?
MANUEL: Hasta San Lúcar venía;
en el camino le vi
y acaso le recibí.
LUIS: Pues válgale aqueste día
ese sagrado.-- Ahora advierte,
villano, lo que te digo;
que no hay cada día un amigo
que te libre de la muerte.
Vete pues.
PEDRO: Muy bien me está.
Mas quiero saber de ti
adónde has de ir desde aquí,
porque yo no vaya allá.
(¿Dónde iré que no te vea? Aparte
Mas ya una industria advertí
para escaparme de ti,
y aqueste remedio sea
que al fin, por no hablarte y verte,
pues tu enojo me destierra,
tengo de estarme en mi tierra,
pues me libro de esta suerte.)

Vase


LUIS: Ya estamos solos yo y vos
y, pues primero de mí
queréis saber quién aquí
nos ha juntado a los dos,
sabed que fue en Portugal,
después que salí del río,
mayor el peligro mío;
porque al dejar su cristal
la tierra que allí se ve
es tierra del Almirante
de Portugal; y al instante
que nos vio su amparo fue
nuestro sagrado. Mas luego
que supo a quién --¡trance fuerte!--
don Alonso dio la muerte,
convertido en rabia y fuego,
de su tierra nos echó;
que era el muerto su sobrino.
Contaros por el camino
lo que a los dos nos pasó
será imposible. En efecto,
hasta San Lúcar llegamos
y el duque, al punto que entramos,
nos honró mucho, os prometo,
porque, como es general
capitán en esta guerra
que hace el rey a Inglaterra,
generoso y liberal
a don Alonso le dio
una jineta; él a mí
la bandera, y soy aquí
alférez; que es cuanto yo
de mí he podido contaros.
Lo que sabéis ahora vos
decid, Manuel; que por Dios,

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