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pues nunca el mundo ha tenido
por las virtudes de aquél
a éste en más! Pues ¿por qué (digo
otra vez) han de tener
a éste en menos, por los vicios
de aquella que fácilmente
rindió alcázar tan altivo
a las fáciles lisonjas
de su liviano apetito?
¿Quién puso el honor en vaso
que es tan frágil? ¿Y quién hizo
experiencias en redoma,
no habiendo experiencia en vidrio?
Pero acortemos discursos;
porque será un ofendido
culpar las costumbres necias,
proceder en infinito.
Yo no basto a reducirlas
(con tal condición nacimos),
yo vivo para vengarlas,
no para enmendarlas vivo.
Iré con el rey, y luego
volviéndome del camino
(que ocasión habrá), también
la tendré para el castigo.
La más pública venganza
será que el mundo haya visto.
Sabrá el rey, sabrá don Juan,
sabrá el mundo, y aun los siglos
futuros, ¡cielos!, quién es
un portugués ofendido. (Vase.)
Orillas del mar.
Escena VII
Oyese ruido de cuchilladas, y sale DON JUAN, riñendo con unos
SOLDADOS; después, DON LOPE.
DON JUAN. Cobardes, el satisfecho
soy yo, que no el desmentido.
UN SOLDADO. Huye, que es rayo su espada.
(Entranse Don Juan y sus contrarios.)
DON LOPE. (Dentro.) ¿No es don Juan aquel que miró? A
vuestro lado me halláis. (Sale.)
OTRO. (Dentro.) ¡Muerto soy!
DON JUAN. (Volviendo.) Si estáis conmigo,
poco fuera el mundo.
DONLOPE. Ya huyeron. Decid qué ha sido,
si la ocasión que tenéis
no nos obliga a seguirlos.
DON JUAN. ¡Ay don Lope, muerto estoy!
Hoy nuevamente recibo
la afrenta, que en la venganza
pensé que estaba en su olvido.
Mas, ¡ay de mí!, ha sido engaño,