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Burger se recostó cómodamente en su sofá y lanzó al aire un árbol azul del humo de su cigarro. Luego dijo:
-Pues bien: dígame todo lo que hubo en sus relaciones con miss Mary Saunderson.
Kennedy se puso en pie de un salto y clavó una mirada de irritación en su impasible acompañante. Luego exclamó:
-¿Adónde diablos va usted a parar? ¿Qué clase de pregunta es ésa? Si usted ha pretendido hacer una broma, de verdad que jamás se le ha ocurrido otra peor.
-Pues no; no lo dije por bromear -contestó Burger con inocencia-. La verdad es que tengo interés por conocer el asunto en detalle. Yo estoy en la mas absoluta ignorancia en todo cuanto se refiere al mundo y a las mujeres, a la vida social y a todas esas cosas, y por eso un episodio de esa clase ejerce sobre mí la fascinación de lo desconocido. Le conozco a usted, la conocía de vista a ella, llegué incluso en una o dos ocasiones a conversar con esa señorita. Pues bien: me agradaría muchísimo oír de sus propios labios y con toda exactitud cuanto ocurrió entre ustedes.
14 vestales: Doncellas consagradas al culto de Vesta, diosa del hogar. Tiene su templo cerca del foro romano.
-No le diré una sola palabra.
-Perfectamente. Fue sólo un capricho mío para ver si era usted capaz de descubrir un secreto con la misma facilidad que esperaba que yo le descubriese el de la catacumba nueva. Yo no esperaba que usted revelase el suyo, y no debe esperar que yo revele el mío. Bueno; el reloj de San Juan está dando las diez. Es ya hora de que me retire a mi casa.
-No, Burger. Espere un poco -exclamó Kennedy-. Es verdaderamente un capricho ridículo suyo el querer saber detalles de un lío amoroso que acabó hace ya meses. Ya sabe que al hombre que besa a una mujer y lo cuenta le consideramos como el mayor de los cobardes y de los villanos.
-Desde luego -dijo el alemán, recogiendo su canastilla de antigüedades-, y lo es cuando habla de alguna muchacha de la que nadie sabía nada. Pero bien sabe usted que el caso de que hablamos fue la comidilla de Roma y que, con hablar acerca del mismo, no perjudica usted en nada a miss Mary Saunderson. De todos modos, yo respeto sus escrúpulos.