El mercader de Venecia (William Shakespeare) Libros Clásicos

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corona al monarca sobre su trono. El cetro puede mostrar bien la fuerza del poder temporal, el
atributo de la majestad y del respeto que hace temblar y temer a los reyes. Pero la clemencia
está por encima de esa autoridad del cetro; tiene su trono en los corazones de los reyes; es un
atributo de Dios mismo, y el poder terrestre se aproxima tanto como es posible al poder de
Dios cuando la clemencia atempera la justicia. Por consiguiente, judío, aunque la justicia sea tu
punto de apoyo, considera bien esto: que en estricta justicia ninguno de nosotros encontrará
salvación, rogamos para solicitar clemencia, y este mismo ruego, mediante el cual la
solicitamos, nos enseña a todos que debemos mostrarnos clementes con nosotros mismos. No
he hablado tan largamente más que para instarte a moderar la justicia de tu demanda. Si
persistes en ella, este rígido tribunal de Venecia, fiel a la ley, deberá necesariamente
pronunciar sentencia contra el mercader aquí presente.
SHYLOCK.- ¡Que mis acciones caigan sobre mi cabeza! Exijo la ley, la ejecución de la cláusula
penal y lo convenido en mi documento.
PORCIA.- ¿Es que no puede reembolsar el dinero?
BASSANIO.- Sí, ofrezco entregárselo aquí ante el tribunal. Más aún: ofrezco dos veces la suma.
Si no basta, me obligaré a pagar diez veces la cantidad poniendo como prenda mi cabeza, mis
manos, mi corazón; si no es suficiente aún, está claro entonces que la maldad se impone a la
honradez. Os suplico por una sola vez que hagáis flaquear la ley ante vuestra autoridad; haced
un pequeño mal para realizar un gran bien y doblegad la obstinación de este diablo cruel.
PORCIA.- No puede ser; no hay fuerza en Venecia que pueda alterar un decreto establecido; un
precedente tal introducirá en el Estado numerosos abusos; eso no puede ser.
SHYLOCK.- ¡Un Daniel ha venido a juzgarnos, sí, un Daniel! ¡Oh, joven y sabio juez, cómo te
honro!
PORCIA.- Dejadme, os ruego, examinar el pagaré.
SHYLOCK.- Vedle aquí, reverendísimo doctor, vedle aquí.

PORCIA.- Shylock, se te ofrece tres veces tu dinero.
SHYLOCK.- Un juramento, un juramento, he hecho un juramento al cielo. ¿Echaré sobre mi
alma un perjurio? No, ni por Venecia entera.
PORCIA.- Bien, este pagaré ha vencido sin ser pagado, y por las estipulaciones consignadas en

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