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la única sugerencia de la aliviada señora, al retirarse a su sala de costura dejando a las
jóvenes a cargo de la casa.
Bueno, Edie; ahora haz de ama de casa y dame órdenes, que yo seré la cocinera.
Pide cosas que vayan de acuerdo juntas; no todas asadas ni todas hervidas, pues no
hay sitio suficiente -declaró Patty, mientras se ponía un delantal con aire de gran
satisfacción, pues le encantaba cocinar y estaba harta de no hacer nada.
-Yo miraré todo lo que hagas y aprenderé; de ese modo, la próxima vez que Nancy
se ausente, ocuparé su lugar sin tener que servir a los muchachos lo que detestan : un
almuerzo complicado -repuso Edith, satisfecha con su papel, aunque algo mortificada
al descubrir qué pocas eran las cosas sencillas que sabía preparar bien.
-¿Qué es lo que les agrada? -inquirió Patty, ansiosa por complacerlos, pues todos
eran muy amables con ella.
-Rosbif y budín de pasas, con dos o tres clases de vegetales... ¿Podemos preparar
todo eso?
-Por cierto que sí. .. Prepararé enseguida el budín y lo cocinaré antes de poner la
carne. Sé cocinar cuantos vegetales quieras, y sopa también.
Así fue impartida la orden y todo anduvo bien, a juzgar por los comentarios
jubilosos que se oían en la cocina. Patty preparó su mejor pan de jengibre, y cocinó
unas manzanas con azúcar y especias, y al dar las dos sirvió a la mesa un almuerzo
perfecto, para gran satisfacción de los hambrientos muchachos, que comieron con
gran gusto y aconsejaron a mamá que se deshiciera de Nancy y tomara a Patty como
cocinera. Esa proposición, elogiosa, aunque audaz, causó gran placer a su prima.
-Esta sí que es cocina, útil y bien hecha, aunque parezca tan sencilla... Cualquier
señorita puede aprender y ser independiente de sus sirvientes, si hace falta. Edith, deja
tus clases y toma lecciones de Patty. Eso me vendría mejor que esos platos franceses
que no son económicos ni saludables.