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Para intervenir como señor en la vida de la reina, para impedir sus manifiestas locuras, al esposo le falta fuerza de voluntad, la cual, en último término, no representa sino la expresión espiritual de la potencia corporal. Con desesperación ven los ministros, ve la emperatriz madre, ve toda la corte, cómo por esta trágica flaqueza todo el poder va a caer en manos de una joven aturdida, la cual lo malgasta con la mayor ligereza. Pero una vez establecido en un matrimonio el paralelogramo de las fuerzas, se sabe, por experiencia, que permanece en adelante inconmovible como constelación espiritual. Hasta cuando Luis XVI llegó realmente a ser esposo y padre de familia, aunque debiera ser el dueño de Francia, continuó siempre como siervo de María Antonieta, sin voluntad propia, sólo porque a su debido tiempo no pudo ser su marido.
No menos fatalmente influye el fracaso sexual de Luis XVI en el desenvolvimiento espiritual de María Antonieta. Conforme a la oposición de los sexos, una y la misma perturbación provoca manifestaciones totalmente opuestas en el carácter masculino y en el femenino. Cuando un hombre está sometido a perturbaciones en su vigor sexual, se origina en él cierta timi dez a inseguridad en sí mismo; cuando a la mujer no le sirve de nada el estar dispuesta a la pasiva entrega de sí misma, se presenta inevitablemente una sobreexcitación y falta de dominio, con un vivo exceso de vitalidad. Por su natural, María Antonieta es, en realidad, plenamente normal; una mujer muy femenina y tierna, destinada a numerosa matemidad y que probablemente no aspira a otra cosa sino a
dejarse dominar por un hombre verdadero. Pero la fatalidad ha querido que precisa mente esta mujer capaz de sentimientos y deseosa de encontrar respuesta a ello vaya a caer en un matrimonio anormal con un hombre que no es hombre. Claro que, en todo caso, la delfina no tiene más que quince años al tiempo de la celebración del matrimonio: para ella no debería manifestarse todavía como carga moral la enfadosa incapacidad de su esposo, pues ¿a quién le sería lícito considerar como un hecho fisiológicamente contranatural el que una muchacha permanezca virgen hasta los veintidós años? Pero lo que en este caso especial provoca la conmoción y la peligrosa sobreexcitación del sistema nervioso es que el marido que le ha sido impuesto por razón de Estado no le deja pasar estos siete años seudomatrimoniales en una castidad despreocupada a intacta. sino que continuamente. durante dos mil noches, un hombre rudo a inhábil se fatiga en vano junto al cuerpo juvenil de la princesa. Durante años, su sexualidad es excitada infructuosamente de esta manera insa tisfactoria, vergonzosa y deprimente, que ni una sola vez sacia sus apetitos.