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Toda la noche la he pasado llorando, y tiemblo cada vez que pienso que he de volver a su presencia.
Te escribo al rayar el día, esperando que vendrá Pepa. Si puedo hablarle a solas, le suplicaré que lleve a casa de la señora de Merteuil un billete que voy a escribir; sino lo incluiré en tu carta, y tú me harás el favor de enviárselo como cosa tuya. Sólo ella puede procurarme algún consuelo. Hablaremos de él, pues ya no cuento con verle más. ¡Soy muy desdichada! Acaso tendrá la bondad de encargarse de una carta para Danceny. No me atrevo a fiarme para esto de Pepa, y mucho menos de mi doncella; porque tal vez ésta será la que habrá dicho a mi madre que yo tenía cartas en mi papelera.
Quiero que no me falte tiempo para escribir a la señora de Merteuil, y también a Danceny, y no te escribo más largo; después me volveré a la cama, para que me encuentren acostada cuando entren en mi cuarto. Diré que estoy mala, para no tener que ir al de mi madre. Y no mentiré mucho, pues sufro más, ciertamente, que si tuviese calentura. Los ojos me arden a fuerza de tanto como he llorado, y tengo un gran peso en el estómago que me impide respirar.
Cuando pienso que no volveré a ver más a Danceny, preferiría estar muerta. Adiós, mi querida Sofía. No puedo decirte más, las lágrimas me sofocan.
En..., a 7 de setiembre de 17...
NOTA: Se ha suprimido la carta de Cecilia Volanges a la marquesa, porque sólo contenía los mismos hechos y con menos detalles. La escrita al caballero Danceny no se ha encontrado, y se verá el motivo en la carta LXIII de la marquesa al vizconde.
CARTA LXII
LA SEÑORA DE VOLANGES AL CABALLERO DANCENY
Después de haber abusado, caballero, de la confianza de una madre y de la inocencia de una niña, no sorprenderá a Ud. no verse más recibido en una casa en que ha correspondido a las pruebas más sinceras de amistad con el proceder más impropio de un hombre honrado. Prefiero suplicarle que no vuelva a poner los pies en mi casa, a dar a mi portero unas órdenes que nos comprometerían a los dos igualmente, por las observaciones que los criados no dejarían de hacer.