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había tenido por objeto aumentar la fuerza de la monarquía, y a fin de que
los incas, considerados como descendientes del sol y de la luna, tuviesen
con esto un doble derecho a la veneración religiosa y al respeto [14] de
sus súbditos. Los sacerdotes no se distinguían ni por el traje, ni por
ningún signo particular, sino que vestían como el resto de la población.
En las demás provincias del imperio las personas consagradas al servicio
de la divinidad no debían ser de sangre real; bastaba que perteneciesen a
las principales familias; pero su jefe debía ser un inca. Todas las
vírgenes de real prosapia estaban reunidas en un edificio especial, y
formaban una especie de comunidad consagrada al sol.
Extraños a las prácticas bárbaras que manchaban los altares de las
divinidades de los otros países de América, y a consecuencia de la
superstición llena de dulzura que habían adoptado, los peruanos llegaron a
ser el pueblo más pacífico del Nuevo Mundo. Hasta en las guerras los incas
mostraban un espíritu diferente del que reinaba en las demás comarcas:
combatían, hacían conquistas, mas no para destruir a sus enemigos, sino
para civilizarlos. Los vencidos no eran tratados como miserables esclavos
destinados a ser sacrificados y condenados a una innoble servidumbre, sino
que eran admitidos a participar de las mismas ventajas, y colocados, bajo
todos los respetos, en la misma categoría que los vencedores.
El carácter de los peruanos no era belicoso, y su amor a la paz les
fue fatal, en cuanto contribuyó a favorecer los triunfos de los españoles
[15]. En casi todas las demás regiones del Nuevo Mundo los naturales
opusieron una tenaz resistencia a los extranjeros que invadían su país, y
se defendieron con valor y obstinación. Si Cortés logró someter a los
mexicanos, debiolo a un esfuerzo extraordinario de resolución y de
perseverancia, mientras que en el Perú, por el contrario, las armas
españolas encontraron tan sólo una débil resistencia. A pesar del escaso
número de soldados de Pizarro y Almagro; a pesar de la inmensa población
que obedecía a Atahualpa (1), la conquista del Perú se hizo con mucha
facilidad; y fuese debilidad o temor, ni aun supieron aprovecharse de las
ocasiones favorables que para defender su independencia les dieron con sus