Página 1 de 32
Al Rescate de Tanelorn
De Michael Moorcock
Un relato del ciclo de Elric
Más allá del ominoso bosque de Troos, frondoso y verde como el cristal, bien al norte, desconocido en Bakshaan, Elwher y cualquier otra ciudad de los Reinos Jóvenes, en las lindes cambiantes d el Desierto de los Suspiros, se alzaba Tanelorn, la solitaria, la ciudad del tiempo pasado, amada por aquellos a quienes cobijaba.
Tanelorn poseía la peculiar particularidad de dar la bienvenida y albergar al viajero. A sus calles pacíficas y sus casas bajas acudían los solitarios, los salvajes, los brutales, los atormentados, que en Tanelorn encontraban descanso.
La mayoría de los viajeros atribulados que moraban en la pacífica Tanelorn se habían librado de las promesas hechas a los Señores del Caos que, en su calidad de dioses, se interesaban bastante en las vicisitudes de los hombres. Ocurrió entonces que estos mismos Señores llegaron a detestar la remota ciudad de Tanelorn y decidieron, una vez más, actuar en contra de ella.
Ordenaron a uno de los suyos (en aquel momento no podían enviar a más), el Señor Narjhan, para que viajara a Nadsokor, la Ciudad Mendiga, que abrigaba contra Tanelorn una antigua inquina, y una vez allí, reuniera un ejército que atacara a la indefensa Tanelorn y destruyera la ciudad y a todos sus habitantes. Así lo hizo Narjhan; armó a su ejército de harapientos y les hizo muchas promesas.
Después, como una marea feroz, la chusma de pordioseros partió para destruir Tanelorn y matar a sus habitantes. Un enorme torrente de hombres y mujeres andrajosos, ciegos, lisiados - Y sostenidos por muletas, fueron avanzando poco a poco, ominosos e implacables, en dirección al norte, hacia el Desierto de los suspiros.
En Tanelorn vivía Rackhir, el Arquero Rojo, proveniente de las tierras orientales, situadas más allá del Desierto de los Suspiros y del Erial de las Lágrimas. Rackhir había nacido para ser Sacerdote Guerrero, siervo de los Señores del Caos, pero había abandonado esta vida para dedicarse a tareas más tranquilas como el robo y el estudio. Era un hombre de duras facciones, cubierto de cicatrices, con una nariz descarnada, ojos hunldidos, boca de finos labios y barba rala.