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Por lo tanto, el Imperio Oscuro aún existe para todos vosotros, aún no ha demostrado su inmenso poderío. En cambio, para mí, el Imperio ha terminado, derribado gracias sobre todo a nosotros cuatro. ¿Comprendéis ahora por qué sospecho que somos víctimas de la venganza del Imperio Oscuro? O algún hechicero del Imperio Oscuro ha escudriñado el futuro y visto lo que hicimos, o algún hechicero ha escapado al sino que infligimos a los Señores de las Bestias y trata de reparar la injuria que cometimos. Nosotros cinco nos aliamos hace seis años para servir al Bastón Rúnico, del cual habréis oído todos hablar sin duda, contra el Imperio Oscuro. Nuestra misión tuvo éxito, pero cuatro murieron en su consecución: vosotros cuatro. A excepción del pueblo fantasma indiferente a los avatares humanos, los únicos capaces de manipular el tiempo son los hechiceros del Imperio Oscuro.
-A menudo pensé que me gustaría saber cómo iba a morir-dijo el Conde Brass-, pero ya no estoy tan seguro.
-Contamos solamente con vuestra palabra, amigo Hawkmoon dijo D´Averc-. Aún quedan muchos misterios por resolver, entre ellos el hecho de que, si todo esto está ocurriendo en nuestro futuro, ¿por qué no recordamos que os conocimos antes?
Enarcó las cejas y tosió levemente en su pañuelo.
Bowgentle sonrió.
-Ya he explicado la teoría relativa a esta presunta paradoja. El tiempo no fluye necesariamente de una forma lineal. Son nuestras mentes las que perciben su flujo de esa manera. Es posible que el tiempo puro posea una naturaleza caprichosa...
-Sí, sí dijo Oladahn-. De alguna manera, buen caballero Bowgentle, vuestras explicaciones me confunden todavía más.
-En tal caso, digamos que el tiempo tal vez no sea lo que nosotros creemos -intervino el conde Brass-. Y tenemos alguna prueba de ello, al fin y al cabo, por lo que no es necesario creer al duque Dorian. Sabemos hasta cierto punto que fuimos arrebatados de diferentes años y ahora estamos aquí, todos juntos. Tanto si estamos en el futuro como en el pasado, resulta claro que moramos en períodos de tiempo diferentes de aquellos a quienes dejamos atrás. Lo cual, por supuesto, refuerza las teorías del duque Dorian y contradice lo que la pirámide nos dijo.
-Apruebo vuestra lógica, conde Brass -aprobó Bowgentle-. Tanto intelectual como emocionalmente, me inclino a dar la razón, de momento, al duque Dorian. No estoy seguro de lo que habría hecho si hubiera pensado en matarle, porque es contrario a mis creencias arrebatar la vida a otro ser humano.
-Bien, si vosotros dos estáis convencidos -bostezó D´Averc-, yo también. Nunca fue mi fuerte analizar el carácter de la gente. Apenas sabía cuáles eran mis auténticos intereses.