Página 185 de 200
cuenta de que se encontraba dominado por una fuerte tensión nerviosa. Estaba, y está,
al borde de un completo derrumbamiento nervioso. Un hombre que sufre, hasta casi
llegar al límite de su capacidad, raramente puede ofrecer resistencia.
"Las defensas del señor Carey se abatieron al instante. Me dijo, con una sinceridad
de la cual no dudé ni por un momento, que odiaba a la señora Leidner.
"Y estaba diciendo, indudablemente, la verdad. Odiaba a la señora Leidner. Pero,
¿cuál era la verdadera causa de su odio?
"Hablé antes de mujeres que poseen un hechizo fatal, pero hay hombres que
también lo tienen. Los hay que, sin el menor esfuerzo, atraen a las mujeres. Es lo que
llaman en la actualidad un sex appeal. El señor Carey tiene muy desarrollada esta
cualidad. Apreciaba por una parte a su amigo y jefe, y le era indiferente la esposa de
éste. Ello no le hizo mucha gracia a la señora Leidner. Debía dominarlo y, por lo tanto,
se dispuso a la captura de Richard Carey. Pero entonces, según creo, ocurrió algo
completamente imprevisto. Ella misma, quizá por primera vez en su vida, cayó víctima
de una pasión arrolladora. Se enamoró sin reservas de Richard Carey.
"Y él... era incapaz de resistírsele. Ésta es la verdad de esa terrible tensión nerviosa
que ha estado soportando. Ha sido un hombre destrozado por dos pasiones opuestas.
Amaba a Louise Leidner, sí... pero también la odiaba. La odiaba porque estaba
minando la lealtad que sentía hacia su amigo. No hay odio más grande que el de un
hombre que ha tenido que amar a una mujer contra su propia voluntad.
"Allí tenía todo el motivo que necesitaba. Estaba convencido de que en
determinados momentos la cosa más natural que hubiera podido hacer Richard Carey
era golpear con toda la fuerza de su brazo aquella hermosa cara cuyo poderoso
atractivo lo había hechizado.
"Desde un principio estuve seguro de que el asesinato de Louise Leidner era un
crime passionel. En el señor Carey había encontrado un tipo ideal para esta clase de
crímenes.
"Nos queda todavía otro candidato al título de asesino: el padre Lavigny.