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No era romántica, pero si muy confortable. Desde sus ventanas se divisaba el panorama del páramo y las vastas colinas coronadas por peñascos moldeados por el viento.
-En las laderas de los peñascos más cercanos a nosotros había varios círculos de menhires, reliquias de los remotos días de la Edad de Piedra. En otra colina se veía un túmulo recientemente excavado y en el que habían sido encontrados diversos objetos de bronce. Haydon sentía un gran interés por las antigüedades y nos hablaba con gran entusiasmo de aquel lugar que, según nos explicó, era particularmente rico en reliquias del pasado.
-Se habían encontrado restos de refugios neolíticos, de druidas celtas, de romanos, e incluso indicios de los primeros fenicios.
-Pero este lugar es el más interesante de todos -nos dijo-. Ya conocéis su nombre, el Bosque Silencioso. Bien, no es difícil comprender por qué se llama así.
-Señaló con el brazo. En aquella zona, el paisaje se mostraba especialmente desolado; rocas, brezos, helechos, pero a unos cien metros de la casa había una magnífica y espesa arboleda.
-Es una reliquia de tiempos muy remotos -dijo Haydon-. Los árboles han ido muriendo, pero han sido replantados y en conjunto se ha conservado tal como estaba tal vez en tiempos de los fenicios. Vengan a verlo.
-Todos le seguimos. Al entrar en el bosquecillo me sentí invadido por una curiosa opresión. Creo que fue el silencio, ningún pájaro parecía anidar en aquellos árboles. Se podía palpar la desolación y el horror en el aire. Vi que Haydon me contemplaba con una extraña sonrisa.
-¿No le causa alguna sensación este lugar, Pender? -me preguntó-. ¿De hostilidad? ¿O de intranquilidad?
-No me gusta -repliqué tranquilamente.
-Está en su derecho. Este lugar fue la plaza fuerte de uno de los antiguos enemigos de la fe. Este es el Bosque de Astarté.
-¿Astarte?
-Astarté, Isthar, Ashtoreth o como quiera llamarla. Yo prefiero el nombre fenicio de Astarté. Creo que se conoce otro Bosque de Astarté en este país, al norte de la muralla de Adriano. No tengo pruebas, pero me gusta pensar que el de aquí es el auténtico. Ahí, en el centro de ese espeso círculo de árboles, se llevaban a cabo los ritos sagrados.
-Ritos sagrados -murrnuró Diana Ashley con mirada soñadora-. Me gustaría saber cómo eran.
-Nada recomendables- dijo el capitán Rogers con una risa estruendosa pero inexpresiva-. Imagino que algo fuertes.
-Haydon no le prestó atención.