La señal en el cielo (Agatha Christie) Libros Clásicos

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Le dije, también, que aún estaba a tiempo de desaparecer, ya que la policía no vendría a arrestarlo hasta dentro de una hora. Lo convencí de que si él firmaba una confesión de que había asesinado a Vivian, yo no diría ni haría nada; pero que si no lo hacía, yo me encargaría de que la casa entera se enterara de toda la verdad. Estaba tan amedrentado que no sabía lo que hacía. Firmó el papel sin saber a conciencia lo que estaba haciendo.
Ella lo puso en manos de Mr. Satterthwaite.
-Tome... tome... Ya sabrá usted qué debe hacer para que pongan en libertad a Martin Wylde.
-¡Realmente lo ha firmado! -exclamó Mr. Satterthwaite, en el colmo de la sorpresa.
-Es un poco tonto -dijo Sylvia Dale-. También lo soy yo -agregó tras una pausa-. Por eso conozco la forma de actuar de los tontos. Nos trastornamos, llevamos a cabo los actos más disparatados y luego nos arrepentimos.
Todo su cuerpo tembló convulsivamente y Mr. Satterthwaite le palmeó una mano.
-Usted necesita tomar algo para reponerse de esto -dijo él-. Venga conmigo, estamos cerca de uno de mis lugares favoritos, el Arlecchino. ¿Ha estado ahí alguna vez?
Ella movió la cabeza negativamente.
Mr. Satterthwaite pagó el taxi y penetró en el restaurante en compañía de la joven. Se encaminó con el corazón palpitante hacia la mesa apartada, pero la mesa estaba vacía.
Sylvia Dale notó la desilusión que inundó el rostro de su acompañante.
-¿Qué pasa? -preguntó intrigada.
-Nada -contestó él-. Es decir, tenía la esperanza de encontrar a un amigo. Pero no importa. Espero que algún día lo volveré a ver...

FIN

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