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Cocos Y Hadas: Cuentos para niñas y niños (1899)
Julia de Asensi
[1]
El coco azul
Teresa era mucho menor que sus hermanos Eugenio y Sofía y sin duda
por eso la mimaban tanto sus padres. Había [2] nacido cuando Víctor y
Enriqueta no esperaban tener ya más hijos y, aunque no la quisieran mas
que a los otros, la habían educado mucho peor. No era la niña mala, pero
sí voluntariosa y abusaba de aquellas ventajas que tenía el ser la primera
en su casa cuando debía de ser la última.
A causa de eso Eugenio no la quería tanto como a Sofía; ésta, en
cambio, repartía por igual su afecto entre sus dos hermanos.
Cuando Teresa hacía alguna cosa que no era del agrado de Eugenio, él
la amenazaba con el coco y pintaba muñecos que ponía en la alcoba de su
hermana menor para asustarla.
Teresa tenía miedo de todo y sólo Eugenio era el que procuraba vencer
su frecuente e incomprensible terror.
No se le podía contar ningún cuento de duendes ni de hadas, ni
hablarle de ningún peligro de esos que son continuos e inevitables en la
vida. Los padres se disgustaban con que tal hiciera, y sólo su hermano
procuraba corregirla por el bien de ella y el de todos, esperando
aprovechar la primera [3] ocasión que se presentase para lograrlo.
Rompía los juguetes de su hermana sin que nadie la riñese y Sofía
había guardado los que le quedaban, que aun eran muchos y muy bonitos,
donde Teresa no los pudiera coger.
-El día que seas buena te los daré todos, le decía.
-Y cuando seas valiente yo te compraré otros, añadía Eugenio.
Teresa se quedaba meditabunda durante largo rato, sin hallar el medio
de complacerles.
No tenía ella la culpa de ser tan miedosa, bien hubiera querido
vencer sus temores para evitar las burlas de sus hermanos y de sus amigas.
Si salía a paseo, tenía que volver a su casa antes que anocheciera y era