Cinco Semanas en Globo (Julio Verne) Libros Clásicos

Página 34 de 207

sobrehumanas.
-Creedme, camaradas; cuando se ha probado este género de locomoción, no se puede
prescindir de él; así es que, en nuestra próxima expedición, en lugar de ir de lado, iremos
hacia adelante sin dejar de subir.
-¡Bueno! -exclamó un oyente, maravillado-. Entonces llegaréis a la Luna.
-¡A la Luna! -respondió Joe con desdén-. ¡No, eso es demasiado común! A la Luna va
todo el mundo. Además, allí no hay agua y es preciso llevar una enorme cantidad de
provisiones; e incluso atmósfera en frascos, por poco interés que se tenga en respirar.
-¡Con tal de que haya ginebra! -dijo un marinero muy aficionado a esta bebida.
-Tampoco, camarada. ¡No! Nada de Luna. Recorreremos esas hermosas estrellas, esos
encantadores planetas de los que tantas veces me ha hablado mi señor. Visitaremos
primero Saturno...
-¿ El que tiene un anillo? -preguntó el contramaestre.
-¡Sí, un anillo nupcial! Lo que ocurre es que se ignora el paradero de su mujer.
-¡Cómo! ¿Tan alto irán? -preguntó un grumete, atónito-. Su señor debe de ser el diablo.
-¿El diablo? ¡Es demasiado bueno para ser el diablo!
-¿Y después de Saturno? -preguntó uno de los más impacientes del auditorio.
-¿Después de Saturno? Haremos una visita a Júpiter, un extraño país donde los días no
son más que de nueve horas Y media, lo cual resulta cómodo para los perezosos, y donde
los años, por extraño que parezca duran doce años, lo cual ofrece ventajas para los que no
tienen más que seis meses de vida. ¡Eso prolonga algo su existencia!
-¿Doce años? -repuso el grumete.
-Sí, pequeño, en esas tierras tú mamarías aún, y aquel de allá, que roza la cincuentena,
sería un chiquillo de cuatro anos y medio.
-¡No puede ser! -exclamaron unánimes todos los hombres que se hallaban en el castillo
de proa.
-Es la pura verdad --dijo Joe con aplomo-. Pero ¿que queréis? Cuando uno se empeña
en vegetar en este mundo, no aprende nada y es tan ignorante como una marsopa. ¡Pasead
un poco por Júpiter y veréis! ¡Es menester, sin embargo, saber comportarse allí arriba,
pues hay satélites que no son tolerantes!
Y todos reían, pero sólo le creían hasta cierto punto.. Y él les hablaba de Neptuno,
donde los marineros son muy bien recibidos, y de Marte, donde los militares imponen su
autoridad, lo cual acaba por resultar fastidioso.

Página 34 de 207
 

Paginas:
Grupo de Paginas:             

Compartir:



Diccionario: