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William Shakespear
A vuestro gusto
PERSONAJES
EL DUQUE, que vive en el destierro
FEDERICO, hermano del duque y usurpador d
sus dominios. AMIENS, JAQUES, lores qu
asisten al duque en su destierro
LE BEAU, cortesano al servicio de Federico
CARLOS, luchador de Federico
OLIVIERIO, ORLANDO, hijos de sir Rowland d
Bois
ADAM, DIONISIO, criados de Oliverio
PIEDRA-DE-TOQUE, payaso
DON OLIVERIO DAÑATEXTO, vicario
CORINO, SILVIO, pastores
GUILLERMO, campesino, enamorado de Audrey
Una persona que representa a Himeneo
ROSALINDA, hija del duque desterrado
CELIA, hija de Federico. FEBE, pastora
AUDREY, campesina
Lores del séquito de los duques, pajes, monteros y otros criados.
ACTO PRIMERO
ESCENA PRIMERA
Huerto cerca de la casa de Oliverio.
ORLANDO.- Por lo que recuerdo, Adam, me fue legado de este modo: por testamento, sólo unas miserables mil coronas; y, como dices, encargó a mi hermano, sobre su bendición, el cuidarme bien. Y en esto principia mi desconsuelo. Tiene en la escuela a mi hermano Santiago, de quien se cuenta con gran elogio el aprovechamiento. En cuanto a mí, me mantiene en casa groseramente; o para hablar con más propiedad, me detiene aquí sin mantenerme; porque ¿llamáis manutención para un caballero de mi nacimiento, la que no difiere del modo de mantener a un buey en el establo? Mejor criados están sus caballos; pues aparte de lo lozanos que se ven con su alimento, se les enseña y adiestra, teniendo para ello picadores pagados a alto precio. Pero yo, hermano suyo, nada gano bajo su poder, sino la talla; por lo cual tan obligados deben estarle sus ani-males en sus estercoleros como yo. Fuera de esta nada que tan literalmente me da, su conducta parece quitarme lo poco que me dio la naturaleza. Me hace alimentar entre sus criados, me priva del lugar que corresponde a un hermano, y hace cuanto puede para que la educación mine mi buen natural. Esto es, Adam, lo que me aflige; y el espíritu de mi padre, que pienso está dentro de mí, principia a sublevarse contra esta servidumbre. No la soportaré más tiempo, aunque no conozco todavía remedio eficaz para evitarla. (Entra Oliverio.) ADAM.- Ahí viene mi señor, vuestro hermano. ORLANDO.- Retírate a un lado Adam, y oirás cómo ha de atormentarme. OLIVERIO.- ¡Hola, señor mío! ¿Qué hacéis aquí? ORLANDO.- Nada. No se me enseña a hacer cosa alguna. OLIVERIO.- ¿Pues qué dañáis, entonces, señor mío?