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todos estos días?
HAMLET
Con humildad os lo agradezco: bien, bien, bien.
OFELIA
Señor, aquí tengo recuerdos que me disteis
y que hace tiempo pensaba devolveros.
Os lo suplico, tomadlos.
HAMLET
No, no. Yo nunca os di nada.
OFELIA
Mi señor, sabéis muy bien que sí,
y con ellos palabras de aliento tan dulce
que les daban más valor. Perdida su fragancia,
tomad vuestros presentes: para el ánimo noble,
cuando olvida el donante se empobrecen sus dones.
Tomad, señor.
HAMLET
¡Ajá! ¿Eres honesta?
OFELIA
¡Señor!
HAMLET
¿Eres bella?
OFELIA
¿Qué queréis decir?
HAMLET
Que si eres honesta y bella, tu honestidad no debe permitir el trato con tu belleza.
OFELIA
¿Puede haber mejor comercio, señor, que el de honestidad y belleza?
HAMLET
Pues sí, porque la belleza puede transformar la honestidad en alcahueta antes que la
honestidad vuelva honesta a la belleza. Antiguamente esto era un absurdo, pero
ahora los tiempos lo confirman. Antes te amaba.
OFELIA
Señor, me lo hicisteis creer.
HAMLET
No debías haberme creído, pues la virtud no se puede injertar en nuestro viejo tronco
sin que quede algún resabio. Así que no te amaba.
OFELIA
Más me engañé.
HAMLET
¡Vete a un convento! ¿Es que quieres criar pecadores? Yo soy bastante decente, pero
puedo acusarme de cosas tales que más valdría que mi madre no me hubiese
engendrado. Soy muy orgulloso, vengador, ambicioso, con más disposición para
hacer daño que ideas para concebirlo, imaginación para plasmarlo o tiempo para
cumplirlo. ¿Por qué gente como yo ha de arrastrarse entre la tierra y el cielo? Todos
somos unos miserables: no nos creas a ninguno. Venga, vete a un convento. ¿Dónde
está tu padre ?.
OFELIA
En casa, señor.
HAMLET
Cerrad bien las puertas, que sólo haga el bobo allí dentro. Adiós.
OFELIA
¡El cielo le asista!
HAMLET
Si te casas, sea mi dote esta maldición: serás más casta que el hielo y más pura que la