Página 14 de 55
MACBETH
Entre tanto, buen reposo.
BANQUO
Gracias, señor. Igualmente.
Sale [con FLEANCE].
MACBETH
Dile a mi esposa que toque la campana
cuando esté lista mi bebida. Luego, acuéstate.
Sale [el criado].
¿Es un puñal to que veo ante mí?
¿Con el mango hacia mi mano? Ven, que te agarre.
No te tengo y, sin embargo, sigo viéndote.
¿No eres tú, fatídica ilusión, sensible
al tacto y a la vista? ¿O no eres más
que un puñal imaginario, creación
falaz de una mente enfebrecida?
Aún te veo, y pareces tan palpable
como este que ahora desenvaino.
Me marcas el camino que llevaba,
y un arma semejante pensaba utilizar.
O mis ojos son la burla de los otros sentidos
o valen por todos juntos. Sigo viéndote,
y en tu hoja y en tu puño hay gotas de sangre
que antes no estaban. No, no existe:
es la idea sanguinaria que toma cuerpo
ante mis ojos. Muerta parece ahora
la mitad del mundo, y los sueños malignos seducen
al sueño entre cortinas. Las brujas celebran
los ritos de la pálida Hécate, y el crimen descarnado,
puesto en acción por el lobo, centinela
que aullando da la hora, con los pasos sigilosos
de Tarquino el violador, camina hacia su fin
como un espectro. Tierra sólida y firme,
dondequiera que me lleven, no oigas mis pisadas,
no sea que hasta las piedras digan dónde voy
y priven a esta hora de un espanto
que le es propio. Yo amenazo y él, con vida;
las palabras el ardor del acto enfrían.
Suena una campana.
Voy y está hecho; me invita la campana.
No la oigas, Duncan, pues toca a muerto
y al cielo te convoca, o al infierno.
Sale.
II.ii Entra LADY MACBETH.
LADY MACBETH
A ellos los embriaga; a mí me embravece.
A ellos los apaga; a mí me da fuego.