Página 27 de 79
Aún no ha deshecho el sol tus suspiros,
y aún tus lamentos suenan en mi oído.
Aquí, en la mejilla, te queda la mancha
de una antigua lágrima aún no enjugada.
Si eras tú mismo, y tanto sufrías,
tú y tus penas fueron para Rosalina.
¿Y ahora has cambiado? Pues di la sentencia:
«Que engañe mujer si el hombre flaquea.»
ROMEO
Me reñíais por amar a Rosalina.
FRAY LORENZO
Mas no por tu amor: por tu idolatría.
ROMEO
Queríais que enterrase el amor.
FRAY LORENZO
No quieras meterlo en la tumba y tener otro fuera.
ROMEO
No me censuréis. La que amo ahora
con amor me paga y su favor me otorga.
La otra lo negaba.
FRAY LORENZO
Te oía muy bien
declamar amores sin saber leer . .
Mas ven, veleidoso, ven ahora conmigo;
para darte ayuda hay un buen motivo:
en vuestras familias servirá la unión
para que ese odio se cambie en amor.
ROMEO
Hay que darse prisa. Vámonos ya, venga.
FRAY LORENZO
Prudente y despacio. Quien corre, tropieza.
Salen.
II.iii Entran BENVOLIO y MERCUCIO.
MERCUCIO
¿Dónde demonios puede estar Romeo?
Anoche, ¿no volvió a casa?
BENVOLIO
No a la de su padre, según un criado.
MERCUCIO
Esa moza pálida y cruel, esa Rosalina,
le va a volver loco de tanto tormento.
BENVOLIO
Tebaldo, sobrino del viejo Capuleto,
ha enviado una carta a casa de su padre.
MERCUCIO
¡Un reto, seguro!
BENVOLIO
Romeo responderá.
MERCUCIO
Quien sabe escribir puede responder una carta.
BENVOLIO
No, responderá al que la escribe: el retado retará.
MERCUCIO
¡Ah, pobre Romeo! Él, que ya está muerto, traspasado por los ojos negros de una moza
blanca, el oído atravesado por canción de amor, el centro del corazón partido por la flecha
del niño ciego. ¿Y él va a enfrentarse a Tebaldo?
BENVOLIO
Pues, ¿qué tiene Tebaldo?
MERCUCIO
Es el rey de los gatos . , pero más. Es todo un artista del ceremonial: combate como